La política catalana y en especial el soberanismo, anda buscando un norte, una salida, un relato. Sí, oficialmente se trata de ir (o de seguir yendo) hacia la construcción de la república catalana tras la proclamación del Estado propio del pasado mes de octubre. Pero a nadie se le escapa que tras la dura represión sufrida por los dirigentes del Govern y del independentismo y ante el nuevo Gobierno socialista en Madrid, no cabe sino hacer otros plantamientos. Esto es, al menos, lo que reclama una mayoría de catalanes, según el sondeo de GESOP para el Grupo Zeta realizado del 2 al 6 de junio.

En efecto, el 62% de los catalanes consultados, a la pregunta de «¿Qué ha de hacer Cataluña?» responden que debe negociar una mejora del autogobierno con el Estado. Son muchos menos, el 21,5%, los que prefieren buscar la independencia para construir una nueva república. Los ciudadanos situados más a la izquierda se muestran algo más partidarios de la opción secesionista (un 34%) y también, como era de prever, los que se sienten solo catalanes. En este segmento sí se prefiere optar por poner en práctica la secesión (57,6%) frente al camino negociador (33,9%).

ERC, NEGOCIAR / También llama la atención que entre los votantes de ERC, sean más (el 52,8%) los partidarios de negociar más autogobierno, que los que piden buscar la independencia (un 38,5% de los consultados). En cambio, los que se inclinaron por Junts per Catalunya o la CUP en las últimas elecciones sí son más partidarios de la vía secesionista.

Este es el mapa de situación previo a la visita, hoy, del president Quim Torra a la Moncloa, para entrevistarse con el nuevo presidente, el líder del PSOE Pedro Sánchez. De entrada, parece que Torra no esté por la labor de entrar en la vía posibilista (posibilismo, un concepto por cierto que aparece en un párrafo clave de la ponencia política del próximo congreso del PDECat) y de negociación sectorial. «No vamos a hablar de carreteras ni de trenes», insisten en Palau. Es decir, que la intención del sucesor de Carles Puigdemont es la misma que la de ese 21,5% de catalanes: disparar por elevación y reclamar a Sánchez que se aborde el derecho de autodeterminación mediante un referéndum pactado.

Torra, sí, busca poner encima de la mesa de la Moncloa la cuestión política de fondo, pero en su entorno político, en los partidos que dan forma hoy el Consejo Ejecutivo, existe una indisimulada tendencia favorable al repliegue y a evitar de forma inmediata nuevos choques frontales. Una tendencia favorable a la acumulación de fuerzas (el ya famoso concepto de ampliar la base soberanista) que, pese al empuje más rupturista de las bases, se va imponiendo en la gestión y en las declaraciones del día a día del Govern y de la dinámica parlamentaria.

NUEVA ETAPA / Así pues, Torra va a Madrid a abrir una nueva etapa. A escuchar. A plantear que las reuniones con Sánchez y entre gobiernos sean algo periódico. A empezar el deshielo tras años de incomunicación. Uno de los gestos que ha hecho esta semana el Govern ha sido el de nombrar a sus representantes en las distintas comisiones bilaterales entre el Estado y la Generalitat, para que estas se reactiven y aborden las cuestiones sectoriales pendientes, en especial las referidas a financiación, infraestructuras y recuperación de leyes sociales del Parlament cercenadas por el Tribunal Constitucional (TC).

Torra agradece que Sánchez acepte hablar de todo, y lo contrapone a la actitud de Rajoy respecto a Puigdemont. No, es cierto que no ha gustado en Palau que el Gobierno lleve al TC la moción secesionista aprobada este jueves en el Parlament, a instancias de la CUP, que ratifica la resolución del 9-N del 2015 por la que se iniciaba el proceso secesionista y se decidía desobedecer las decisiones del TC (algo que nunca ha sucedido, porque el Govern ha seguido llevando cuestiones conflictivas al TC, asumiendo de facto su autoridad). No ha gustado la decisión del Consejo de Ministros pero en ningún caso se ha hecho de ello un incendio previo a la cita de este lunes.

El president además ha subrayado en el Parlament esta semana no solo la moción rupturista de la CUP sino otra del PSC en favor de abrir en Cataluña un proceso de diálogo entre todos los partidos para buscar grandes consensos. Otra muestra, por parte de Torra, de que se tiende la mano a un proceso de diálogo interior y exterior que en ningún caso generará frutos inmediatos. Que se alargará en el tiempo.

LA REPÚBLICA CATALANA / Es un vivo ejemplo de que en los cuarteles centrales del independentismo se prepara una nueva etapa, alejada de decisiones impulsivas o desafíos inmediatos a la legalidad española. Esta actitud convive, con dificultad, con la parte del independentismo que sigue exigiendo la puesta en práctica efectiva de la república catalana.

Con estos mimbres, Torra hará encaje de bolillos en Madrid. Evitará un excesivo triunfalismo (existen políticos presos, exiliados, juicios pendientes, y la violencia policial del 1 de octubre todavía está muy presente en el independentismo) y marcará distancias, mantendrá el pulso en favor de la independencia, pero no desdeñará la puerta abierta a un proceso de diálogo que le pueda ofrecer Sánchez.