El juicio de los atentados del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils que comenzó el 10 de noviembre y se ha visto afectado por el covid, que contrajeron cuatro letrados, entre ellos, los tres de la defensa, quedó este miércoles visto para sentencia con la última palabra de los acusados, que coincidieron en "lamentar" lo ocurrido y en desvincularse de los atentados que preparaba la célula desde la posición que la investigación ha situado a cada uno de ellos.

El primero en intervenir fue el superviviente de la explosión del chalet de Alcanar, en el que la célula preparaba los explosivos. Mohamed Houli Chemial aseguró que ignoraba que sus compañeros fueran miembros del Daesh y que no tenía intención de cometer atentado alguno y que solo colaboró con ellos por miedo por su integridad y la de su familia. Señaló que si él fuera terrorista nunca habría colaborado con la investigación, porque eso se consideraría "apostasía" y recordó que el islam no predica la utilización de la violencia. "No he visto hacer explosivos y me arrepiento de haber estado en la casa y lamento mucho lo ocurrido", aseguró.

No verle en Alcanar

Pese a sus palabras, el panorama que se presenta ante Houli, que se enfrenta a una petición fiscal de 41 años de prisión, no es nada halagüeño. Pero sí echó un importante capote a su compañero de banquillo Driss Oukabir, para el que el ministerio público pide la segunda pena más alta (36 años), porque dijo que no le había visto nunca en Alcanar.

Oukabir, el más expresivo de los tres acusados y el único que ha basado su defensa en su adicción a las drogas, recordó que él había perdido un "ser querido", su hermano pequeño, que creía que podía estar metido en "algún lío de robos de coches", pero "jamás" supo que ocurriría lo que pasó, porque de haberlo sabido habría tratado de impedirlo.

Ben Iazza, al que se acusa únicamente de colaboración y la fiscalía solicita 8 años de cárcel, rehusó hacer uso de la última palabra más allá de decir que iba a dejar que "las pruebas hablen por sí mismas". Y se remitió a la intervención de su letrado que fue el último en hacerlo y que justificó que prestara la furgoneta de la carnicería de su tío a los terroristas para transportar agua oxigenada, porque los musulmanes, como "los españoles, en el extranjero", se ayudan entre sí.

Añadió que de lo visto en el juicio "no se puede concluir que él supiera" que los "clientes habituales" que le pidieron el vehículo "fueran seguidores del Daesh y que iban a meter una furgoneta con explosivos en la Sagrada Familia".

No impute delitos

Previamente le había tocado el turno al abogado de Driss Oukabir, que fue interrumpido por el presidente del tribunal, Alfonso Guevara, cuando cuestionó que el autor del atropello de La Rambla, Youness Abouyaaqoub, fuera abatido unos días después en Subirats por 20 disparos.

El magistrado le señaló que estaba imputando un delito a los mossos que participaron en el operativo y que era innecesario para la defensa de su cliente. El letrado se disculpó y recondujo su intervención al tiempo en que Abouyaaqoub estuvo huido, momento en el que en su opinión alguien tuvo que haberle prestado ayuda y proporcionarle el cinturón de explosivos simulado que vestía en ese momento y no en La Rambla.