La mayoría de los delitos contra el medio ambiente quedan sin castigo y sin culpables, son los denominados "delitos en blanco", explican a EFEverde los agentes forestales y medioambientales españoles, unos 6.000 profesionales que celebran hoy el Día Internacional del Guardabosques. Este cuerpo guardián de la naturaleza es el primero en acudir a un incendio forestal, aunque su trabajo va más allá.

El portavoz de la Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales, Esaú Escolar, explica que su trabajo se asemeja a lo que se podría denominar "policía medioambiental", previenen y persiguen los delitos medioambientales en todos los rincones del medio rural español. Sin embargo, la investigación de delitos contra la naturaleza les genera, en ocasiones, una gran frustración, porque "el gran problema de estos delitos es que la responsabilidad queda tan difuminada que no se encuentra un culpable", léase el caso del Prestige o de las Minas de Aznalcóllar.

Pero ese lado amargo de la profesión se compensa con otro, mucho más gratificante, como la protección y defensa de la flora y fauna: colaboran en la gestión cinegética y piscícola, llevan un control de las plagas forestales y de la fauna silvestre, realizan censos y controlan los aprovechamientos forestales en los montes públicos y privados. Debido a su trabajo de campo, Escolar resalta que son "el eslabón de conexión entre el mundo rural y la administración", en contacto permanente con sus habitantes y el trabajo agrícola, ganadero o cinegético.

Con cerca de 28 millones de hectáreas de superficie montes, bosques y prados, más de la mitad de la extensión de España, supervisan la gestión de los territorios forestales y proponen a las autoridades locales el tratamiento silvícola más adecuado. Escolar señala que el "minifundio" es otra de las grandes problemáticas, porque no permite llevar a cabo un proyecto de ordenación forestal adecuado. Es muy común, por ejemplo, que haya mil hectáreas de monte que pertenezcan a unos 800 propietarios, gestionar eso es casi tarea imposible, pero gracias a "nuestro trabajo, que es diferente, muy en contacto con la gente del pueblo, a veces se consiguen logros importantes".

Entre ellos menciona que en un término municipal de Castilla y León se ha conseguido que centenares de pequeños propietarios de monte hayan creado una asociación de propietarios forestales que ahora proporciona ingresos a sus dueños y permite tener ese terreno forestal "ordenado y limpio", clave para prevenir incendios. Y esa es otra de las funciones por las que precisamente saltan a los titulares los agentes forestales y medioambientales su lucha contra el fuego. "Vamos tras el primer aviso y evaluamos: dónde está el incendio, cómo progresa, qué tipo de vegetación está ardiendo y se tienen en cuenta variables de velocidad del viento, humedad relativa y temperatura ambiental" para hacer la primera planificación contra el fuego, explica Escolar.

Uno de los contratiempos a la hora de atajar el incendio es que, en los últimos 30 años, se ha urbanizado en zona forestal y lógicamente lo primero es proteger a las personas y sus bienes. Cuando se da una "interfaz urbano-forestal", en ocasiones, el incendio "se descontrola", porque hasta seis o siete horas después no se puede frenar el frente forestal.

Por ello, apela al sentido común ciudadano, sobre todo, ahora en verano en el que se produce un éxodo de las ciudades. Hoy los "rangers" -termino en inglés que designa a estos guardabosques- de todo el mundo están llamados a hacerse una foto desde su puesto de trabajo para decir qué es lo que están haciendo y el lugar donde se encuentran, como homenaje a esta profesión.

La celebración del Día del Guardabosques está promovida por la Federación Internacional de los Rangers, entidad creada para impulsar la importancia de los agentes medioambientales en la conservación de los tesoros naturales, tanto terrestres como marinos, ante cualquier acto de vandalismo, delito o expoliación de la naturaleza.