Albert Rivera guardó ayer sus mejores dardos para Pedro Sánchez en su primer mitin de precampaña. El líder de Ciudadanos acusó al presidente del Gobierno de «haber entregado las llaves del país a quienes quieren liquidarlo» y de ser un «gran dinamitador, un obstáculo, del diálogo entre constitucionalistas».

Desde Barcelona, aprovechó la cita para proclamarse candidato a las primarias del partido para llegar hasta la Moncloa. Se comprometió a abanderar el «centro» para «enterrar las dos Españas» con el «mejor antídoto contra el nacionalismo: el patriotismo civil». Y prometió que si es presidente de Gobierno «no va a haber ni un solo pueblo que no se pueda pisar con libertad», pues «ya basta de pedir perdón por ser español».

Recibido a gritos de «presidente», llamó a enviar al PSOE a la bancada de la oposición «con votos, no insultándole». Sin mencionar alianza alguna, se mostró dispuesto a abandonar la política de trincheras. Preguntó si alguien se hubiese imaginado algún líder «montando mesas de diálogo paralelas con Tejero», en alusión al deshielo entre el Gobierno y los independentistas catalanes, y exigió al Ejecutivo central que aclare su posición sobre los indultos.

La líder en el Parlament, Inés Arrimadas, censuró que le avergüenza que Sánchez «haya confundido Cataluña con el racista y el xenófobo de Quim Torra».