Más allá de agitar la movilización en las calles, las entidades soberanistas han actuado como actores de conciliación para aliviar tensiones entre los partidos independentistas y se han volcado a resolver encrucijadas para sacar adelante el 'procés'. Pero la estocada de la convocatoria de elecciones por parte del Gobierno y el posterior rechazo de las formaciones a aceptar la lista única, pese al empeño de la ANC y el silencio de Òmnium, les mantiene al margen de los acuerdos tras el 21-D.

El resquemor por el portazo a su fórmula electoral se arrastra en las filas de la entidad: "Siempre hemos tenido en mente la idea de la unidad, porque es desde donde se hace más daño al Estado, y la lista única era la confrontación directa con él", apunta el secretario de incidencia política, Jordi Pairó. Reconoce una "falta de unidad de acción", algo que se evidenció la noche electoral cuando no se captó una imagen conjunta de Junts per Catalunya, ERC y CUP, pese a la insistencia de estas organizaciones.

Pairó cree que la desestimación de la lista única conllevaba una "tirantez" e "incongruencia" que ahora "se ha explicitado". "Hubo las típicas tensiones partidistas durante la campaña", admite, aunque asegura que ya son agua pasada.

Hojas de ruta

Tanto la ANC como Òmnium evitan entrar en el terreno del deber de las formaciones políticas. "Están llevando a cabo lo que pedíamos: la restitución del Govern legítimo y la recuperación de las instituciones. Cuando lo consigan, volveremos a ser interlocutores", asegura esperanzado Pairó, hito en el que también confía el vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri.

Ambas entidades resumen que han mantenido contactos bilaterales puntuales con las formaciones soberanistas. Destaca el encuentro que mantuvieron con Carles Puigdemont como cabeza de lista de Junts per Catalunya en Bruselas el pasado 8 de enero. Pero más allá del simbolismo, poca sustancia.

Desde Òmnium aseguran que "ni ahora ni nunca" interfieren en negociaciones institucionales: "La sociedad civil tiene un rol, y los partidos, otro. A diferencia de otras entidades, no hemos tenido nunca hojas de ruta sobre la dinámica que deben seguir las formaciones políticas", clarifica Mauri para justificar su ausencia en mesas de negociación sobre la investidura.

El regreso de Puigdemont

Velar por un eventual regreso de Puigdemont tampoco entra en sus planes. "No pedimos explícitamente el retorno pero creemos que sería lo óptimo, entendemos que es la forma de confrontar las políticas del Estado, pero no exigiremos nada a quien se juega 30 años de cárcel", explica Pairó. Por su parte, Mauri resuelve que si regresa es "muy probable que acabe encarcelado" y cree "que no tiene que haber nadie más injustamente en prisión".

Eso sí, no retroceden en sus alegatos si finalmente otro candidato de los posconvergentes asume el liderazgo de la Generalitat: "Votamos la restitución del Govern legítimo, no una opción política para seguir adelante autonómicamente", advierte a venideros el miembro de la ANC, entidad que ya ha sellado sus propósitos en una ponencia que avalarán los socios en la próxima asamblea general el 18 de febrero y que esperan que sirva de guía al nuevo Ejecutivo.

Protagonismo de la ciudadanía

La ANC diagnostica que después del 1-O los partidos independentistas "tienen una serie de limitaciones por el contexto autonomista en el que viven". "Salir de esta naturaleza cuesta y crea conflictos", afirma Pairó, y llama a un mayor protagonismo de la ciudadanía "para crear estructuras de Estado" desde iniciativas "cooperativas".

Mauri insiste en la necesidad de "reconciliar" la sociedad y pide fijar "objetivos, más que plazos" para "fortalecer el país". "Es evidente que no se ha materializado una república y que bajo el 155 seguimos en un marco autonómico", zanja, e insta a los partidos a "responder al mandato democrático" de las urnas.