El operativo policial, en el que participaron agentes españoles, se puso en marcha poco después de las seis de la mañana y desde primera hora quedaron cortados todos los accesos a la pequeña aldea próxima a Saint Jean Pied de Port. Los apenas 250 vecinos de Saint Michel no podían creer que el apicultor y conductor del vehículo escolar que traslada cada día a los jóvenes al Liceo escondiera en su domicilio tal cantidad de armas. Jamás había levantado sospecha alguna.