Un proverbio árabe reza que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Este miércoles pudo comprobarse en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional para determinar si la reforma de la sede del PP se pagó desde la caja b del partido, confesada por quien fue su tesorero Luis Bárcenas. Los expresidentes del Gobierno José María Aznar y Mariano Rajoy fueron un ejemplo de cómo, pese a las grandes diferencias que les separan, no hay mejor estrategia de defensa que un buen ataque, a poder ser conjunto, ante un enemigo común.

Ambos se centraron en negar la mayor: no existió nunca una caja b en el PP, pese a la sentencia de la primera época del 'caso Gürtel' que ya la declaró acreditada, ni tampoco sobresueldos. Fue como cerrar un circulo iniciado por el primer exsecretario general del partido que declaró, Ángel Acebes, y seguido por los otros tres citados, Javier Arenas, Francisco Álvarez-Cascos y María Dolores de Cospedal. Cuando el letrado de la acusación que ejercen los socialistas valencianos se lo hizo ver a Rajoy, este respondió: "Lo raro sería que hubieran dicho otra cosa. Solo Bárcenas habla" de la caja b "para diluir su responsabilidad. Lo que digan los 'papeles' no tiene ningún valor".

Solo la contabilidad oficial

Tanto él como Aznar comparecían a propuesta de las acusaciones populares, que se mostraron incapaces de sacarles de un guion, que mantuvieron contundentemente. "Me puede preguntar 30 o 500 veces de distinta forma que la respuesta va a ser siempre la misma", dijo este último en referencia al registro manuscrito que Bárcenas llevó durante años de las entradas y salida de dinero negro en el PP. "No he recibido ninguna cantidad que responda a esas anotaciones, si es que esas anotaciones son ciertas o tienen algún fundamento" o "yo no he conocido ninguna contabilidad paralela y no he conocido más que la oficial que se remitía puntualmente al Tribunal de Cuentas" fueron algunas de las afirmaciones hechas por Aznar.

Hasta desmintió las explicaciones que la víspera había podido oír el tribunal del exdiputado del PP Jaime Ignacio del Burgo, pese a reconocerle su "gran servicio a España". Había dicho que el tesorero en 1991, Álvaro Lapuerta, le empezó a dar efectivo para que se lo entregara a un exconsejero navarro, Calixto Ayesa, para resarcirle por un crédito de la UCD que había tenido que afrontar, después de que le hubiera comentado la situación a Aznar. "No he tenido conocimiento de ninguna de esas acciones o compensaciones", dijo el expresidente e incluyó en esa ignorancia las relativas a víctimas del terrorismo, pese a que estas sí han admitido lo contenido en los llamados 'papeles' de Bárcenas.

Aznar, que quiso declarar con mascarilla pese a hacerlo desde su despacho de casa y ser visible que se le empeñaban las gafas, ya no admitió ni que el expresidente del Congreso Federico Trillo pidiera una compensación económica, ni que se le pagara un piso a Jaume Matas cuando dejó de ser ministro para optar a la presidencia de Baleares, como dicen los apuntes del extesorero. Nada más empezar a declarar ya dejó las cosas claras: lejos de cobrar sobresueldos él fue tan diligente con Hacienda que hasta declaró como retribución en especie su estancia en la Moncloa como presidente del Gobierno.

A nadie en 40 años

Aunque coincidieron en el mensaje, el tono, como es habitual, fue diferente. Aznar sacó pecho por Matas como presidente balear, pese a sus condenas por corrupción, y por los "800.000 afiliados" que con él tuvo el partido. Rajoy se mostró más contenido, pero apeló a "su militancia de 40 años" para negar haber oído la existencia de una caja b alguna e intentó 'orientar' a las acusaciones. "Veo que ustedes utilizan a Bárcenas, con demasiada alegría, como argumento de autoridad y eso es peligrosísimo", afirmó en un momento para añadir en que "no hay ni una sola persona que haya reconocido la existencia de una caja b. Solo Bárcenas". El presidente del tribunal, José Antonio Mora, le recordó que la función de las acusaciones es contrastar los 'papeles' con su testimonio y que era un testigo.

Para entonces, Rajoy ya había calificado de "demencial" el último dardo que le había dirigido el extesorero, la relativa a que le entregó una copia de la contabilidad b y la destruyó. "A mí no me ha entregado nada. Es metafísicamente imposible que yo destruyera unos papeles. Nunca he triturado lo que nunca he tenido en mis manos", aseveró antes de indicar que el "95% de los citados en los 'papeles' asegura que es falso de toda falsedad".

Rajoy, que explicó su sms de "Luis, sé fuerte" a Bárcenas con un "en la vida no siempre acertamos", fue el único al que el abogado del extesorero preguntó. Con ello, Gustavo Galán hizo más por la acusación que todos los abogados del estrado contrario. Se interesó por cómo podía decir que se había limitado a "ojear" los 'papeles' cuando salieron publicados y, sin embargo, se había fijado en un militante gallego mencionado y por cómo podía Bárcenas haber acertado con apuntes de 11 años antes de la publicación. La respuesta del expresidente de "no estoy en su cabeza" no sonó tan convincente como le habría gustado.