Nunca en una contienda electoral las dos principales fuerzas políticas había confrontando rebajas de impuestos (PP) frente a subidas (PSOE) con tal intensidad. El PSOE mantiene las propuestas de subidas fiscales del proyecto de Presupuestos con el fin de recaudar unos 5.650 millones adicionales para atender mayor gasto social.

El PP propone acometer una rebaja fiscal de 12.000 millones en sus primeros 100 días de Gobierno (si gana las elecciones) y su líder, Pablo Casado, defiende que esta «revolución fiscal» permitirá estimular la economía y la recaudación. Este escenario es el más atractivo (bajar impuestos y recaudar más), pero no se percibe como fiable por todos.

La experiencia de los últimos 20 años tiene ejemplos múltiples. A veces se bajaron impuestos y se recaudó más (era Aznar); otras, se redujeron los tributos y se hundió la recaudación (Rodríguez Zapatero y con Mariano Rajoy). Pero siempre que se subieron las tasas aumentaron los ingresos. Y la duda es si la propuesta liberal de Casado podría lograr elevar la recaudación o si, por el contrario, la hundiría, forzando un posterior recorte de gastos sociales.

La clave de la recaudación fiscal está en los salarios y su persistente debilidad convierte en arriesgado cualquier experimento de rebaja fiscal. «El ahondamiento de las desigualdades salariales ha provocado una contracción de la clase media», que es donde reside la mayor capacidad recaudatoria del impuesto sobre la renta, argumenta el director de Coyuntura y Economía de Funcas, Raymond Torres.

LA ‘CURVA DE LAFFER’

Casado y su gurú económico, Daniel Lacalle, argumentan que la rebaja fiscal que plantean servirá para estimular la inversión, el empleo y el consumo y que, como resultado de todo ello, aumentará la recaudación «en todos los años de la legislatura», como sucedió en la etapa de Aznar.

Tras esta afirmación está la filosofía de la denominada curva de Laffer, en alusión al economista norteamericano Arthur B. Laffer que inspiró las rebajas fiscales de los años 80 en los EEUU. Según estas teorías, se puede recaudar lo mismo, o más, con tipos impositivos más bajos. En sentido contrario -según Laffer-, puede suceder que una subida de tipos por encima de un límite provoque menos actividad, fraude y pérdida de recaudación.

No es fácil encontrar en España hacendistas reputados que defiendan estos postulados, pero los hay. José Félix Sanz, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid es uno de ellos. En un estudio publicado por Funcas en 2014 referido al IRPF del 2011 determinó que casi la mitad de los contribuyentes (el 48%) se encontraban en el «lado prohibido» de la curva de Laffer (donde una subida de impuestos se traduce en pérdida de recaudación) y abogó por un impuesto «más bajo y sencillo» para recaudar más. Su diseño del impuesto -cuyos rasgos generales ya habían aparecido en un informe de la fundación FAES, avalado por Aznar- incluye una base imponible amplia, con escasas deducciones, con un mínimo exento de carácter familiar amplio y descendente en función de la renta y dos únicos tipos impositivos, del 25% y el 35% (a partir de 60.000 euros).

ESTADO DEL BIENESTAR

Las teorías de Laffer, sin embargo, son denostadas por gran parte de los hacendistas españoles. «Le damos bastante poca relevancia», apunta Jorge Onrubia, doctor en Economía y profesor en la Universidad Complutense. «Eso de que voy a bajar tipos y mañana voy a multiplicar la recaudación como si fueran los panes y los peces, obviamente no me lo creo».

Desde su punto de vista, cuando las rebajas fiscales se han visto sucedidas de mayor recaudación (como en la era Aznar) es porque han sido acompañadas por una reforma amplia de todo el sistema tributario y por un contexto macroeconómico favorable, con subidas salariales. Y aún así, en un contexto económico favorable «tal vez se pueda recaudar aun más sin bajar impuestos».

Onrubia censura la «carrera de rebajas de impuestos como reclamo electoral» y también la de «subir impuestos sin criterio». Desde su punto de vista, «pretender estar en un club de países con un nivel desarrollado de estado de bienestar y una cobertura amplia de la población es incompatible con niveles bajos de presión fiscal» ni menores que los actuales.

«Este no es el momento para una reducción generalizada de impuestos» comparte Raymond Torres. «Hace falta una política fiscal prudente, que reduzca los desequilibrios presupuestarios y a la vez abra un espacio para financiar inversiones indispensables».

Además, también señala que el nivel global de recaudación en España es moderado, pues los ingresos totales en proporción del PIB se sitúan 7,5 puntos por debajo de la media de la zona euro. «Los recortes fiscales realizados en años recientes no se han traducido en una mayor recaudación», advierte.