Cambio de tercio. El juicio al procés que dará inicio el 12-F traerá consigo un cambio en la táctica del independentismo. Haciendo bueno aquella ley del judo que exhorta a emplear el impulso del rival para hacerle caer, el secesionismo catalán ve en la decena larga de semanas en las que desfilarán ante la audiencia televisiva tanto reos como testimonios, el escenario ideal desde donde clamar contra la injusticia del proceso judicial y, de paso, contra el estatus democrático del estado español.

Fue Jordi Cuixart el primero en expresar la idea de usar el juicio para «atacar España».A su lema, Jo acuso, que sigue las directivas de su líder, se han ido sumando poco a poco otros actores. No en vano, el independentismo mayoritario llega a este 12-F con la misma pugna de siempre, el de las listas conjuntas. El juicio es entendido como el deseado y necesario aglomerante en un secesionismo cuya unidad muestra su habitual mala salud de hierro.

Buena parte de las defensas se han estructurado dando a entender que lo que empieza el próximo día 12 es poco más que la primera parte de una eliminatoria cuyo partido de vuelta se jugará en la corte de Estrasburgo. El propio Estado, via Gobierno, ha dado pátina de credibilidad a ese ataque.

Así, la campaña ya presentada y las venideras del Gobierno del PSOE en que se reafirma la condición de estado democrático ejemplar para España ha sido entendido en los círculos secesionistas como todo un triunfo por aquello de la excusatio non petita, accusatio manifesta. Y vista la grieta, van a intentar filtrarse por ella.

Así, siempre en esta línea, el president Quim Torra señaló ayer que tiene la intención de ejercer de «altavoz» de los presos y de los exiliados durante el juicio y, de esta manera, denunciar «a nivel internacional» la «injusticia que se vive en Cataluña».