Las elecciones del domingo sacudieron los cimientos del mapa político español, que se tiñó mayoritariamente de rojo tras una década pintado de azul. Vuelco hubo también en Cataluña, donde el color predominante pasó a ser el amarillo de ERC. Euskadi siguió apostando al verde intenso del PNV y solo en Navarra lograron las derechas dejar una mácula azul en el mapa.

Los dos partidos hegemónicos tradicionales, el PSOE y el PP, sumaron un total de 11.836.778 votos (189 escaños), lo que alcanzó un 45,38%, de los sufragios emitidos. Estos resultados suponen una pérdida de 29 escaños respecto a las anteriores generales y una caída de 1,5 millones de votos (un 16,32%). Pero la evolución de ambos fue diametralmente opuesta. El PSOE logró remontar su suelo histórico en unas legislativas, el del 2016, y ganar sus primeras elecciones desde el 2008 con 7.480.755 votos, (el 28,68% del total). El PP sufrió una derrota histórica al perder 3,5 millones de votos y 69 escaños, un hundimiento que lo sitúa por debajo del suelo electoral de la Alianza Popular de Manuel Fraga en 1986, cuando logró 105 escaños y el 25,97% de los votos. Ahora tienen 66 diputados y el 16,70% de las papeletas.

Los bloques de izquierdas y derechas empataron en porcentaje de votos, con un 43%, pero mientras el PSOE y Unidas Podemos suman 165 escaños, la suma de PP, Ciudadanos y Vox incluyendo a Navarra Suma se queda en 147 asientos.

Qué hubiera pasado si PP, Cs y Vox hubieran sumado sus votos en una única candidatura? En este supuesto, la triple derecha habría obtenido 174 escaños, rozando la mayoría absoluta y superando a los socialistas, con 108 escaños, y a Unidos Podemos, con 33. Es decir, la izquierda hubiese sumado 141 diputados. Comparado con los resultados reales de la noche electoral, el PSOE se hubiera quedado en el reaparto con 15 escaños menos; Unidos Podemos, con nueve menos; y EH Bildu, Coalición Canaria y ERC, con un diputado menos cada uno.

Compromís es el partido al que más votos costó cada escaño. Solo obtuvo uno y para tenerlo necesitó reunir 172.751 papeletas, seguido de Vox (111.548 sufragios por cada uno de sus 24 diputados). En el otro lado de la balanza, al Partido Regionalista de Cantabria (PRC), la formación de Miguel Ángel Revilla, le bastaron 52.197 votos para hacerse con su único sillón. En cambio, el PACMA se volvió a quedar fuera del Congreso pese a haber conseguido 326.045 sufragios (39.343 más).

El nuevo Congreso tendrá la mayor representación femenina de su historia, con 164 mujeres. Esta cifra supone el 46,8% de los escaños, por lo que, también por primera vez, se supera el 40%, en el que se sitúa la democracia paritaria.

Si en el 2011 CiU, con Josep Antoni Duran Lleida como cabeza de lista, obtuvo un triunfo sin precedentes en unas generales en Cataluña con la bandera del nacionalismo moderado, ERC cosechó el domingo su primer triunfo en unas legislativas al conquistar los principales feudos que hace ocho años fueron convergentes, empezando por Barcelona y siguiendo por Vic,Berga, Girona, Igualada, Sant Cugat del Vallès, Manresa y Vilafranca del Penedès.

El independentismo catalán creció con fuerza, pero se volvió a quedar por debajo del 50% de los votos. ERC, JxCat y Front Republicà sumaron 1.626.001 sufragios, el 39,38% del total. Fueron 510.279 papeletas y siete puntos más que en el 2016. Las formaciones contrarias a la secesión reunieron en su conjunto 2.398.867 votos, el 58,1%. Respecto a las fuerzas que defienden un referéndum de autodeterminación, lo que incluye a En Comú Podem, el porcentaje conjunto de apoyo fue del 54,27%, dos puntos menos que en las anteriores generales.