Minutos después de que los independentistas tumbaran los Presupuestos y los pasillos del Congreso se revolvieran con las quinielas de las elecciones generales, Pablo Casado exclamó: «El PP es una fuerza centrista y moderada». Ese mediodía, ante las cámaras, el líder conservador empezó a utilizar un lenguaje muy diferente al que se le ha escuchado estos últimos meses, en los que ha ejercido una oposición muy dura contra el Gobierno de Pedro Sánchez, al que insultó por dialogar con la Generalitat.

«Traidor», «incompetente», «mentiroso compulsivo» y «okupa en la Moncloa» fueron algunos de los calificativos. Ahora, con la llamada a las urnas, Casado se va a afanar por templar su tono y va a intentar esquivar algunos asuntos con los que derechizó su imagen por su convencimiento de que así contendría la fuga de votos hacia Vox.

El dirigente popular ha sido en ese sentido transparente. El día que se presentó a las primarias para suceder a Rajoy, el 18 de junio, afirmó que quería recuperar a los electores que en las últimas convocatorias se habían decantado por el partido de ultraderecha y también por Ciudadanos. Ahora, además, fuentes de su equipo añaden que creen que también pueden captar descontentos con el PSOE por dialogar con la Generalitat. Con ese objetivo, además de apostar por una mayor contundencia contra el independentismo, llegando a defender un 155 sin límite de tiempo, ha dicho que dejaría a Franco en el Valle de los Caídos, ha señalado que el feminismo es una ideología que atenta contra la libertad individual y ha defendido la derogación de la ley del aborto. Asuntos que destacan en la agenda de Vox.

A partir de ahora, según fuentes de su equipo, no va a abandonar su tesis de que hay que «poner orden en Cataluña», pero él personalmente va a esquivar los asuntos que considere que pueden endurecer su discurso para tratar de cubrir al votante de centro, imprescindible para ganar las elecciones generales. También el PSOE y Ciudadanos se pelearán por ese espacio.

Casado tiene que suavizar su imagen. Se resistirá a hablar de Franco, aunque el Gobierno se lo ha puesto difícil después de que haya ordenado su exhumación y haya dado 15 días a la familia para decir dónde quiere llevar los restos. El presidente del PP también tratará de eludir preguntas sobre el aborto. El 8 de marzo está a la vuelta de la esquina.

La nueva estrategia también incluye la idea de que tenga una imagen «simpática». El viernes, después de que Sánchez convocara el 28-A, apareció ante la prensa con una sonrisa que parecía forzada. «Era cuestión de tiempo que empezara a ser más suave. Han sido dos etapas. Acaba la primera, de oposición muy dura, y empieza otra en la que ya no habla solo a los suyos sino a todos los ciudadanos», señala un dirigente que ha trabajado en los entresijos del PP en el último lustro.

ACELERAR PREPARATIVOS

Aunque el adelanto electoral era previsible, la cúpula se ve obligada a acelerar la preparación del programa y las listas, asuntos que se abordarán en la reunión de hoy en la junta directiva nacional, principal órgano entre congresos. Casado, que heredó las bancadas del Congreso y el Senado, podrá hacer por primera vez sus equipos. Parten de una situación delicada los diputados que apostaron por Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias y no tienen poder orgánico en ningún territorio, como por ejemplo Íñigo Méndez de Vigo, que se presentó por Palencia.

En esta nueva etapa, Casado también quiere completar «la oferta de equipo», cuentan fuentes de Génova, y está pensando en poner en primera línea a «veteranos» del PP. Ya ha empezado a subrayar que es un partido que «ha demostrado que sabe gobernar» y que en sus filas hay políticos «con mucha experiencia», en un claro intento de marcar distancias con Ciudadanos y Vox.