(Casi) toda la familia Pujol-Ferrusola, un clan con incalculable influjo político en Catalunya, está hoy bajo sospecha. La fortuna del patriarca y los negocios de su esposa y de sus siete vástagos han desencadenado una cascada de investigaciones judiciales que traspasan ya las fronteras españolas, y que, en mayor o menor medida, esparcen también una sombra de sospecha sobre los 23 años de gestión del expresidente de la Generalitat.

Esas pesquisas han desembocado en cinco causas abiertas, dos en Barcelona, dos en Madrid y la última en Liechtenstein, y la imputación de tres de los hijos de Pujol: Oriol, Jordi y Oleguer. La esposa del primero, Anna Vidal, y la exmujer del segundo, Mercè Gironès, también están en el foco de unas investigaciones que abarcan desde el blanqueo de capitales y el fraude fiscal hasta el cohecho y el tráfico de influencias.

Después de que el expresidente confesara que defraudó a Hacienda durante 34 años, un juzgado de Barcelona está investigando el patrimonio de Jordi Pujol y su esposa, pero, de momento, no han sido imputados. El fundador de CDC argumentó que el dinero que ocultó era una herencia de su padre.