De súbito, un debate se ha impuesto en el espacio político madrileño, un debate inesperado en el que opinan catastrofistas, entusiastas e indecisos, un debate que pasa de las tertulias a los bares con tanta dosis de análisis crítico como de lugares comunes del cuñadismo, pero que, en definitiva, trata de resolver una incógnita fundamental: la decisión de Íñigo Errejón de aliarse con Manuela Carmena bajo la marca Más Madrid sin el paraguas de Podemos ¿sume a las izquierdas en la desolación del divorcio o es un revulsivo que ilusionará a los desencantados? Hay varias hipótesis, pero ninguna parece robusta hasta que no se despejen por lo menos tres grandes cuestiones que se dirimirán a partir de la semana que viene.

Uno. Si Pablo Iglesias, más allá de la dureza de las críticas, compite contra su exnúmero dos en la Comunidad de Madrid o se aviene a una negociación para ir juntos, algo que la dirección regional no ha descartado. Dos. Cuál es el candidato del PSOE al ayuntamiento de la capital que competirá con la alcaldesa. Y tres. Qué harán las confluencias. En IU el aparato estatal apoya a Iglesias, pero el órgano competente es la dirección en Madrid, con quienes no siempre hay sintonía, y que se reunió ayer, pero todavía no se ha pronunciado. Sí lo hizo Equo, a quienes les parece un «suicidio» competir contra Errejón. La mezcla estos factores y la audacia con la que actúen sus protagonistas revelará si las izquierdas pueden ganar Madrid en mayo o, por el contrario, PP y Ciudadanos se reparten las dos piezas del pastel más codiciadas de las elecciones. Faltan cuatro meses para los comicios y la moneda está en aire.

En el aire, también, porque las viejas reglas que operaban en política han dejado de funcionar. Podemos aprendió en el 2016 que cuando se alió con IU perdió un millón de votos. Abierto a reflexiones cuánto pesó la alianza y cuánto el ‘no’ a Pedro Sánchez en su investidura fallida. Las recientes elecciones en Andalucía han demostrado que, en en determinados contextos, hay divisiones que multiplican. PP, Cs y Vox han conseguido arrebatarle la Junta al PSOE tras 36 años. La derecha no pudo hacerlo cuando estaba albergada en un único partido.

¿Es realista agitar el miedo a la histórica división de la izquierda cuando ni siquiera está confirmado que vaya a haber una ruptura?

Los errejonistas creen que ha vuelto la ilusión. Su tesis es que alinearse con Carmena constituye un revulsivo capaz de activar a los electores que votaron morado el 20-D y nunca más volvieron, desencantados. Aún así, admiten que la decisión es arriesgada . «Vamos a ciegas, no tenemos encuestas, pero creemos que esto puede remover la abstención porque Carmena tiene un voto trasversal, parte de los electores que se fueron con esto se suman», sostiene una fuente próxima a la alcaldesa.

Desde la izquierda clásica y el pablismo se habla de ruptura, se augura que Carmena perderá el ayuntamiento conquistado en el 2015 y creen que se arruina toda posibilidad de sumar con el PSOE para ganar el gobierno regional. Enarbolan el discurso de la división como fuente de todos los males y señalan al candidato como un desleal.

GOBIERNO ALIADO

Lo cierto es que el cofundador de Podemos mantiene una colaboración estrecha con Carmena y la alcaldesa está convencida de que necesita a un gobierno regional afín para poder ejecutar proyectos bandera, como refuerzos en Renfe para compensar la limitación de tráfico en el centro.

Se momento, Errejón mantiene la mano tendida para concurrir juntos bajo la marca Más Madrid en la Comunidad; la dirección morada regional (pablista) deja la puerta abierta a negociar; el aparato estatal no le expedienta ni le pide el acta a Errejón; y será clave lo que decida IU.

El PSOE, mientras, observa atónito. Los socialistas de la Comunidad, encabezados por Ángel Gabilondo, no esconden su temor ya que confiaban en tenerlos como aliados preferentes si la suma era suficiente, aunque no está descartada la posibilidad de pactar con Cs. En el ayuntamiento, el PSOE ni siquiera tiene candidato. Tras tantear a los ministros Fernando Grande-Marlaska y Reyes Maroto, los socialistas siguen sin elegir su cartel.