Teóricamente, el Consejo de Ministros aprobará hoy el anteproyecto de los presupuestos del 2005 sin haberse asegurado los apoyos necesarios para sacarlos adelante en las Cortes. Sólo teóricamente. Ayer, tras hablar con el vicepresidente Pedro Solbes, Josep Antoni Duran Lleida se resistió a garantizar el de CiU al proyecto y adujo "grandes dificultades", un mensaje similar al que transmiten ERC e IU-ICV. Y, pese a ello, fuentes del Gobierno dan por seguro que los presupuestos se aprobarán con un holgado respaldo parlamentario.

En esta negociación presupuestaria, la distancia entre las palabras y los hechos, siempre amplia en política, se ha ensanchado dramáticamente. Consciente de que casi todos los grupos minoritarios están deseosos de prestarle apoyo en el Congreso de los Diputados, el Gobierno socialista ha demorado al máximo el inicio formal de las conversaciones, reduciendo exponencialmente el margen de estas formaciones para arrancar contrapartidas para sus respectivos territorios.

Esta táctica, ideada por Solbes y el portavoz socialista en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha empujado a las minorías --desde los nacionalistas moderados hasta ERC e IU-ICV, supuestos "socios preferentes" del PSOE-- a amagar con un voto contrario. Amenaza a la que, por ahora, el Gobierno no da crédito alguno.

LAS DEMANDAS Duran admitió que "la voluntad de ambas partes" es lograr un acuerdo. El portavoz de CiU pidió a Solbes que ponga "a cero el contador" del déficit sanitario, pero admitió que se aplace esta solución hasta el 2005. También le reclamó medidas sociales --el fondo para la inmigración y mejoras para los autónomos, entre otras-- y que la inversión en las infraestructuras catalanas supere el 15,6% del total del Estado. Entre sus demandas figuran algunas de las obras en carreteras y ferrocarriles que ERC e ICV ya están negociando con el Ejecutivo.