"Ha vuelto a ser el ciudadano Aznar", dijo uno de sus asesores el 16 de abril, viéndole salir del Congreso tras la investidura de José Luis Rodríguez Zapatero. El ya expresidente tomó un nuevo coche oficial y emprendió el mismo camino que le llevaba a la Moncloa, pero esta vez continuó por la A-6 hasta su chalet de la urbanización Montealina, en Pozuelo, una localidad residencial de lujo a las afueras de Madrid. Desde el día 13, que cayó en martes, no dormía en el palacio presidencial, pero ese 16 de abril, ya sin el título de presidente que ostentó durante ocho años, empezó otra etapa de su vida.

El expresidente del Gobierno inauguró el lunes su despacho en la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que preside desde que se unieron las cinco fundaciones del PP el 11 de noviembre del 2002. Espacioso y muy iluminado, ocupa el chaflán de una planta en Juan Bravo, una calle céntrica de Madrid, muy próxima al despacho que su esposa, Ana Botella, por ser teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid, tiene en la calle Ortega y Gasset.

Al lado de Ana Botella

"Se lo han montado muy bien", señala una amiga de la familia. "De hecho, --añade-- el lunes, el primer día que Aznar fue al despacho de la FAES, Ana Botella acudió a visitarle porque está muy cerca y ya han comido juntos un día de esta semana, aprovechando la proximidad".

Hay algo que sí ha cambiado en su vida: el horario laboral. Ya no hay jornadas intensivas. Aznar acude a las 10 al despacho, sale a comer, vuelve un par de horas por la tarde, y se va para casa al atardecer.

Su trabajo consiste en despachar con sus colaboradores, sobre todo con el nuevo secretario general, Javier Fernández Lasquetti, y preparar proyectos para el PP, partido que presidirá hasta el congreso de octubre. La FAES es el laboratorio de ideas del PP y él mismo la eligió como retiro tras la presidencia.

Aunque el presupuesto anual de la FAES es de cinco millones de euros, Aznar no tiene nómina. Estos dos próximos años, vivirá del sueldo de presidente que otorga el Gobierno a los exjefes del Ejecutivo (cerca de 80.000 euros anuales), de los ingresos que obtenga por dar cuatro cursos al año en la universidad de Georgetown (Washington) y de las dietas por asistir al Consejo de Estado, del que van a ser miembros natos todos los expresidentes.

En la FAES, Aznar continuará defendiendo su proamericanismo. Lo demostró con su llamada a George Bush para expresar su discrepancia con el regreso de las tropas de Irak ordenado por Zapatero.

El ´primo de Zumosol´

Fue lo primero que hizo el lunes en su despacho recién estrenado. "El expresidente sigue en sus trece de estrechar el vínculo transatlántico, porque estima que hay que estar al lado del primo de Zumosol y superar el complejo de la guerra de Cuba", comenta uno de sus allegados.

El atentado del 11-M y las elecciones del 14 cambiaron todos los planes de Aznar sobre su retirada. Inesperadamente, el abandono del palacio de la Moncloa, que había preparado con la tranquilidad de quien esperaba una victoria del PP, se complicó tras la derrota.

El expresidente llevaba meses preparando la marcha porque se consumaba su promesa de no repetir como candidato. Antes de las elecciones había metido en cajas gran parte de los más de 5.000 libros de su propiedad y se empezó a llevar a su nueva residencia, poco a poco, las 10.000 botellas de vino que guardaba en la antigua bodeguilla de Felipe González.

Acelerar la mudanza

La victoria socialista cambió la despedida. De pronto, se aceleró el traslado de dormitorios, sofás, y todos los muebles particulares que Botella había instalado en septiembre de 1996, cinco meses después de la primera victoria del PP.

El 14 de marzo recibió a las 8.30 al líder socialista, para pasarle los últimos dosieres presidenciales, y aprovechó la mañana para despedirse del personal de la Moncloa. Cuando terminó con Zapatero, presidió la reunión de subsecretarios para decirles también adiós. Luego acudió a su último Consejo de Ministros y recibió de ellos una bandeja de plata con la dedicatoria: "A nuestro presidente". Finalmente, recorrió el complejo de la Moncloa, edificio por edificio, y dijo adiós a los funcionarios.

Su última orden fue la de desmontar la pista de pádel instalada en la zona deportiva del complejo. Aznar la considera suya porque fue un regalo que le hizo el cantante Plácido Domingo. Recogieron las redes y las paredes especiales y las trasladaron a la urbanización de Pozuelo, para instalarla en los terrenos comunitarios.

Ya en su nueva residencia, se encontró con su hija Ana y su yerno, Alejandro Agag, llegados de Londres para acompañarle. Por la mañana fue de compras a un gran supermercado y dedicó la tarde a ordenar sus libros. Luego cenó con unos amigos. El domingo pasado, el expresidente acudió al bautizo de la última hija del exministro de Justicia, José María Michavila, ya como el ciudadano Aznar.