El colombiano Jairo Calderón y su familia fueron ayer los primeros inmigrantes sin papeles víctimas del 11-M en recibir la tarjeta de residencia. Jairo llevaba dos años y medio en España en situación irregular, y en la mañana de los atentados viajaba en el tren que explotó junto a El Pozo.

Con un brazo escayolado y muy afectado psicológicamente, el joven colombiano acudió a recoger las tarjetas, junto a su mujer, Ligia Rojas, y su hijo Alejandro, de 9 años, también beneficiados por la medida del Gobierno.

SUMIDO EN LA DEPRESION Jairo, vecino de Alcalá de Henares, explicó que no había vuelto a subir en un tren desde el día del suceso. El impacto que dejaron en él las explosiones y los momentos vividos le sumieron en una depresión. Los primeros días no quería ni salir de casa y también se resistió a acogerse a la regularización. También ha rehusado participar en las terapias de grupo que le habían propuesto los psicólogos.

Los siguientes en la lista de entrega fueron también dos colombianos que residen en Alcalá de Henares, Oscar Ramírez y Solangie Moreno. El primero se montó, como Jairo, en el tren de El Pozo. No sufrió heridas, pero desde aquel día le cuesta conciliar el sueño. La pareja llevaba ocho meses en España sobreviviendo con trabajos esporádicos de jardinería y pequeñas chapuzas.

SIN NINGUN PLAZO Durante toda la jornada se entregaron un total de 16 tarjetas y la intención es proseguir un ritmo similar los próximos días, según indicaron fuentes de la oficina que los atiende.

Los inmigrantes que reciben en primer lugar los papeles son los que no han pedido al mismo tiempo la nacionalidad. Estos deben superar un trámite más largo y con muchos más filtros que acaba con la aprobación del Consejo de Ministros.

A diferencia de las peticiones de nacionalidad, en las que el plazo para formular las peticiones es de seis meses, no se ha fijado una fecha tope para las solicitudes de regularización. Dependerá de lo que dure el flujo de solicitantes.

Cuando dejen de recibirse peticiones se cerrará el proceso, aunque podría reabrirse si hay personas que por circunstancias personales han quedado descolgadas, según fuentes de la oficina.