La investigación parlamentaria sobre la tragedia del 11-M dio ayer un giro sorpresivo. Un informe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), elaborado cuatro días después de la masacre, sostiene que los detonadores hallados en la furgoneta de Alcalá de Henares la misma mañana de la masacre estaban "a la vista". Ello pone en entredicho la versión del anterior Gobierno y de los mandos policiales de entonces, según los cuales los siete detonadores estaban ocultos en una bolsa de plástico bajo el asiento del conductor y sólo se descubrieron por la tarde tras una inspección en la Comisaría Central de Información de la Policía, en Madrid.

El informe del servicio de inteligencia, analizado a puerta cerrada junto a otros 21 documentos secretos del CNI, señala gráficamente que la furgoneta Kangoo "era en sí misma una reivindicación". Dice que, además de contener unos detonadores habituales en el terrorismo islamista, guardaba una cinta de casete en árabe con un versículo concreto del Corán, que ha sido utilizado en la reivindicación de atentados anteriores. En concreto, uno titulado El castigo a los que no creen .

VERSION DIFERENTE Este último dato choca también con la versión del anterior Gobierno y los antiguos mandos policiales, que han afirmado que la cinta en cuestión era de las que podía escuchar cualquier inmigrante magrebí en un vehículo y, por tanto, no era determinante para apuntar sin más a la pista islamista.

El informe del CNI avala el testimonio de Luis Garrudo, el portero de un edificio de Alcalá de Henares que descubrió a primera hora la furgoneta sospechosa y a tres personas encapuchadas. Garrido manifestó que, durante la primera inspección de la furgoneta, realizada in situ hacia el mediodía, escuchó comentar a unos agentes que ya habían visto los detonadores y la cinta en árabe.

Poco después, mientras era trasladado en un vehículo policial a Madrid para un interrogatorio, Garrudo dijo haber escuchado al conductor el comentario de que los atentados no podían ser obra de ETA. Se da la circunstancia de que ninguno de los mandos policiales que han declarado que los detonadores se descubrieron en la inspección de Madrid estaban presentes en el momento preciso en que la furgoneta entró --hacia las 15.30 horas-- en el complejo policial de Canillas.

"VíA PRIORITARIA" En su primera comparecencia tras los atentados, a las 13.30 del día 11, el entonces ministro del Interior, Angel Acebes, culpó "sin duda" a ETA. Alegó que en el atentado se había usado dinamita, algo "habitual" en la banda, pese a que minutos antes la policía había reconocido su error de identificar el explosivo con la marca Titadyne, la que usan en concreto los etarras. No aludió a la furgoneta. En su segunda intervención, hacia las 19.30 horas, el exministro desveló el hallazgo del vehículo y anunció la apertura de una segunda vía de investigación, pero subrayó que ETA seguía siendo la "línea prioritaria".

Otro dato sorprendente del informe del CNI es que cita a "posibles suicidas" en los atentados, cuando, el día de la tragedia, descartó esa posibilidad. El Gobierno esgrimió ese descarte para apuntalar su hipótesis sobre la autoría de ETA. Lo llamativo es que el Ejecutivo y el CNI se adelantaron al Instituto Anatómico Forense, que sólo a medianoche dictaminó la inexistencia de suicidas.

Las dudas podrían aclararse hoy, cuando comparecen los responsables policiales que participaron en la primera inspección de la furgoneta, en Alcalá de Henares: Francisco Javier Alemán, el agente que guió al perro en la revisión del vehículo, y Luis Martín Gómez, inspector del grupo local de la Policía Científica, que coordinó el operativo.

Los portavoces en la comisión han anunciado que reclamarán más comparecencias. Para pasmo de todos los partidos, el PP exigió ayer la desclasificación de todos los documentos, que clasificó como secretos el Gobierno de José María Aznar.