Quim Torra pasó el examen de los anticapitalistas y podrá ser investido hoy, si ninguna otra sorpresa lo impide, presidente de la Generalitat. Pero lejos de darle un cheque en blanco, la CUP ya le advierte de que «no facilitará la gobernabilidad» en la recién estrenada legislatura. La militancia cupaire decidió permitir que sea él quien pilote el nuevo Govern con la abstención de sus cuatro diputados en el Parlament. La organización ya pactó esta fórmula para todo aquel que no fuera Carles Puigdemont y que no llevara consigo un programa de gobierno «republicano». El sábado así lo hicieron, y lo repetirán hoy para que esta vez Torra pueda abandonar el hemiciclo coronado con 66 votos de JxCat y ERC frente a los 65 de la oposición como el 131º presidente de la Generalitat.

Lo hará justo cuando se cumplen 200 días (seis meses y medio) desde aquel 27 de octubre en que el secesionismo aprobó la declaración unilateral de independencia (DUI) y, acto seguido, el Gobierno central intervino el autogobierno catalán y convocó elecciones autonómicas en virtud del artículo 155 de la Constitución.

El entonces president Carles Puigdemont y sus consejeros fueron destituidos y todos se encuentran hoy en prisión preventiva o huidos al extranjero. Los comicios del 21 de diciembre reeditaron a la baja la mayoría independentista, pero JxCat y ERC han tardado casi cinco meses en desbloquear la gobernabilidad ante los intentos de Puigdemont de proponer candidatos con cuentas pendientes con la justicia.

El pleno de hoy se iniciará a las 10.30 horas con una nueva intervención del candidato Quim Torra, a la que seguirán las réplicas de los grupos parlamentarios y la votación.

Ayer, los anticapitalistas, en una reunión exprés del consejo político y el grupo de acción parlamentaria (GAP), salieron a defender lo suyo y, en vez de pintarlo como una tendida de mano a Torra, entendiendo lo indispensables que son sus votos, espetaron que «no lo apoyaban» y que así lo definía su abstención.

El portavoz del secretariado nacional, Lluc Salellas, argumentó su postura marcando distancias con JxCat y ERC. «Han expresado políticamente con hechos una reculada de lo que se había conseguido en el otoño del 2017», sentenció en alusión al referéndum del 1-O y a la declaración unilateral de independencia (DUI). Y llamó a «materializar la república».

TOMAR NOTA DEL DISCURSO

«Aun así», prosiguió, «en el contexto político actual, de limitación de derechos sociales y políticos y de auténtica represión por parte de un Estado totalitario como es el español, no bloquearemos una investidura que dos partidos han querido sacar adelante», no sin recelos por no haber formado parte de ello. Y avisó a Torra de la misma forma que lo hizo el sábado en el Parlament Carles Riera: «Tomamos nota de su discurso pero creemos que se quedó corto y que hay que ir mucho más allá de lo que expresó para conseguir que la república sea efectiva».

Para lograr cimentarla, Salellas perseveró en que sus cuatro diputados exigirán «día tras día» que sus alegatos «no queden en simples palabras que se puede llevar el viento», y apremió al futuro president a que «se conviertan en hechos lo más pronto posible» porque «es lo que ha votado el pueblo de Cataluña». La diputada Maria Sirvent remachó que los diputados de la CUP pasarán a la «oposición activa» y urgió a «recuperar» las leyes sociales aprobadas por el Parlament en la anterior legislatura y suspendidas por Constitucional y que se recupere el control de los «servicios públicos y estratégicos».