En estos tiempos de comunicación política colonizados por la obsesión de apelar a los símbolos y a los sentimientos para movilizar a los votantes, antes que a las políticas o las ideas, descontar las consecuencias electorales de la exhumación del dictador se antoja un deporte de alto riesgo. Cuesta imaginar un asunto más simbólico o sentimental que sacar a Franco del Valle de los Caídos. Va a tener impacto y será potente. Basta con fijarse en la gestión que están haciendo todos los competidores en las elecciones del 10-N. Ellos saben que va a dar y quitar votos.

Los electores de izquierda apoyan masivamente la exhumación. Los socialistas ven el banderín de enganche que dé a los progresistas desencantados con el fiasco de abril la excusa que necesitan para ir a las urnas. De ahí una escenificación con aires de superproducción y moraleja final de Pedro Sánchez. En Podemos temen el efecto polarizador en la izquierda y denuncian electoralismo buscando sembrar en sus votantes la sospecha de que Sánchez quiere sus votos, pero pactará con la derecha al día siguiente.

En la derecha, enfrentados al riesgo de un asunto que divide a sus bases y la competencia de un Vox que busca sin complejos a quienes viven la exhumación como una traición, los populares han optado por rehuir el asunto para sacarlo de la agenda lo antes posible y evitar cometer algún error que retrase la vuelta a casa de los suyos, anunciada por la demoscopia. Mientras, en Ciudadanos, depende del día y a quién le preguntes, en otro ejemplo de la estrategia errática de un partido que ve cómo se le van los votantes por hacer y decir aquello que antes los traía.

Impacto electoral seguro

El impacto electoral es seguro. Cuestión distinta será el aprovechamiento que unos y otros hagan para maximizar su alcance. Exhumar a Franco puede activar a los votantes progresistas, pero si el resto de la campaña socialista deja abierta la opción de gobernar gracias a acuerdos con la derecha, o siembra más dudas sobre la posibilidad de un pacto de izquierdas, el efecto puede desvanecerse; especialmente si la fatiga que las encuestas adjudican al PSOE se debe a la desconfianza de quienes apoyaron en abril un gobierno de izquierdas y ahora se les pide el voto para salir del bloqueo, ya se verá con quién. Sacar a Franco de la agenda de la campaña resulta muy racional para Pablo Casado, pero no para un elector de derechas que quiera expresar su malestar y haya encontrado la razón que le faltaba para votar de nuevo a Santiago Abascal.

La comunicación política exige disciplina y perseverancia para el éxito. No basta con llamar la atención del votante, luego hay retenerlo. Las elecciones se parecen bastante a un combate de kárate. Hay que aprovechar tus golpes buenos y aprender a volver en su contra la fuerza del adversario. El secreto del éxito lo reveló el sabio Señor Miyagi en 'Karate Kid': dar cera con la derecha, pulir cera con la izquierda y no olvidarse de respirar. La exhumación dará votos, si se saben pulir.