La última vez que Pedro Sánchez tuvo que negociar una investidura se convirtió en el primer candidato en la historia democrática que no lograba los apoyos necesarios. Esta vez, el líder del PSOE se está tomando su tiempo para tratar de cuadrar las cuentas. Tanto que es ya el candidato que más tiempo ha dejado pasar entre las elecciones generales y el pleno de investidura. Entre el 28 de abril, día de los comicios, y el 23 de julio, cuando arrancará el debate en el Congreso de los Diputados, habrán transcurrido 86 días, casi tres meses.

Ni siquiera Mariano Rajoy tras la repetición electoral del 2016 dejó pasar tanto tiempo: fueron 66 días (poco más de dos meses) hasta su primer pleno de investidura, que fue fallido. Tuvo que ponerse en marcha el reloj constitucional para que el líder del PP lograra la confianza de la Cámara, a punto de que se cumpliera el plazo y cuatro meses después de los comicios.

Hasta ahora, la media de los anteriores presidentes estaba en 41 días. Porque además, la mayoría de ellos logró ser investido en la primera votación, con mayoría absoluta. Solo necesitaron de un segundo intento (cuando basta con contar con más síes que noes) Leopoldo Calvo Sotelo en 1981, José Luis Rodríguez Zapatero en el 2008 y Mariano Rajoy en el 2016.

En tiempos de bipartidismo, en muchas ocasiones las mayorías absolutas convertían las rondas de consultas de los candidatos en meros trámites, puesto que les bastaba con el apoyo de los diputados de su color. Sin embargo, el récord de velocidad lo tiene Adolfo Suárez en 1979. Acababa de aprobarse la Constitución y a sus 168 diputados se sumaron los apoyos de otros partidos, que le sirvieron para ser investido únicamente 29 días después de los comicios.

Un mes tardó Rajoy en el 2011, con su mayoría absoluta, en que el pleno le diera luz verde tras los comicios. Y solo unos días más tardó Felipe González en 1982 y 1986, con sus dos mayorías absolutas. José María Aznar en el año 2000, el otro candidato que disfrutó de mayoría absoluta en las urnas, tardó sin embargo 45 días en ser investido presidente. La Semana Santa se cruzó en el camino, y el presidente prefirió esperar a que pasaran las fiestas y aprovechar ese tiempo para recabar el apoyo de CiU y de Coalición Canaria, que habían sido sus socios en la legislatura que acababa de concluir.

Hasta el 2016, el récord de tiempo empleado en negociar la investidura lo tenía Aznar en 1996. Las urnas dieron al PP 156 diputados frente a los 141 del PSOE, y tocaba recabar apoyos. Dos meses empleó el candidato del PP, 62 días, hasta que los encontró en la CiU de Jordi Pujol. Eran tiempos en los que el líder del PP presumía de hablar «catalán en la intimidad». Los 16 diputados de CiU dieron su apoyo a Aznar a cambio de un nuevo modelo de financiación autonómica y de acabar con el servicio militar. El PNV también votó a favor de la investidura tras cerrar acuerdos sobre el concierto vasco y la devolución del patrimonio histórico a los nacionalistas. Los cuatro diputados de Coalición Canaria cerraban el grupos de «nacionalistas moderados», como los llamó Aznar, con los que selló su investidura. Lejos queda ya aquel escenario hoy en día.

Casi dos meses, 57 días, tardó Felipe González en lograr su investidura en 1989. Pero el motivo fue otro. Se habían impugnado las elecciones en Murcia, Melilla y Pontevedra, y la investidura llegó sin resolución judicial sobre los comicios: faltaban 18 diputados que no habían jurado el cargo. La mayoría absoluta se rebajó a los 167 diputados, exactamente los que logró González en primera votación. El líder socialista prometió someterse a una cuestión de confianza en cuanto la Cámara estuviese al completo, que llegó cuatro meses después. La superó tal y como se esperaba.

El debate de investidura de Sánchez en el 2016 no tuvo éxito, pero también se convocó 73 días después de las elecciones. Hubo varias rondas de consultas, puesto que Sánchez no fue el primer candidato escogido por el Rey para la investidura. Rajoy declinó presentarse pese a haber ganado, y el socialista se tomó su tiempo para recabar el apoyo de Ciudadanos y acumular reuniones con Podemos que no dieron frutos buscando una investidura que nunca llegó.

Ahora, 86 días después de las elecciones, Pedro Sánchez volverá a someterse al examen del Congreso de los Diputados y está por ver que obtenga los apoyos suficientes. Si no lo consigue en este primer intento, el reloj que se pondrá en marcha será otro. El que activó por primera vez Rajoy tras su investidura fallida y que le dará al candidato socialista un plazo de dos meses para evitar la convocatoria de otras elecciones.