Pedro Sánchez decidió priorizar el combate con Vox a sabiendas de que la imagen de las tres derechas en el debate electoral podía estimular una movilización imprescindible para conquistar el ambicioso objetivo que se fijó en el adelanto de las generales: aprovechar la fragilidad de sus adversarios para gobernar en solitario y devolver al PSOE a una posición hegemónica que le permita guiar al país en los avatares líquidos de una socialdemocracia posmoderna e impedir que se imponga la España que rebobina. Pero la campaña, como la vida, llega desordenada. La bronca política y el plante de los profesionales de RTVE en plena Semana Santa han obligado a Sánchez a ceder y a aceptar dos debates (lunes en la televisión pública y martes en Atresmedia) que son la bala de oro que la oposición anhelaba para intentar un vuelco.

Los socialistas ven que su mantra de campaña se desvanece. No arriesgar, no cometer errores, no hacer ruido. Asumen que se equivocaron al apostar por el debate a cinco con Vox en el operador privado y que fue otra torpeza plantear el miércoles que solo irían al programa en TVE cuando el resto de candidatos ya advertían a Sánchez de que se iba a quedar solo en ese plató, porque ellos iban a estar en Atresmedia. Reconocen que hay nerviosismo, una sensación de balón perdido cuando el partido está en juego.

"Qué remedio!"

Ese qué remedio! que suspiró este viernes el presidente cuando le preguntaron por su cambio de opinión resume la resignación tras el patinazo. En el comunicado oficial con el que el PSOE anunció que reconsideraba su decisión, advierten de que lo hacen aunque "no hay precedente alguno en las democrcias occidentales" de dos debates en días consecutivos "desde la invención de la televisión".

Los socialistas están convencidos de que Pablo Casado y Albert Rivera intentarán llevar todo el debate al conflicto independentista con preguntas incómodas sobre los indultos que Sánchez tendrá difícil de sortear durante dos noches seguidas, aunque hasta ahora están orgullosos de haber evitado que Catalunya sea epicentro de la contienda. Recuerdan que siguen encabezando las encuestas con holgura y argumentan que las negociaciones del debate solo interesan a los muy cafeteros, porque los españoles están desconectados con la Semana Santa. Observan el auge de Vox y creen que quizá logre imponerse a Ciudadanos como tercera fuerza.

Afilan armas

En la oposición afilan armas. Casado está convencido de que los debates pueden decantar a los votantes indecisos que necesita amarrar para conseguir que las derechas sumen y cree que la ausencia de Vox da oxígeno al PP. El líder de los conservadores presume de debatir mejor que Sánchez y se remite a sus duelos en las sesiones de control del Congreso, en las que cree que el socialista se ahogaba en el corsé mientras él nadaba como pez en el agua.

Aunque no consigue el cara a cara, los dos debates le permiten polarizar con Sánchez, a quien viene interpelando sin suerte en una campaña hiperactiva con la que busca recuperar al electorado popular en fuga. Sabe bien Casado que otros rivales tratarán también rentabilizar el asedio al líder del PSOE. Iglesias ha olido la sangre, resumen fuentes de la dirección del partido conservador.

Lo cierto es que el jefe podemista está pletórico. Ve en los debates la gran oportunidad que necesitaba para tener algo de foco en una campaña de perfil bajo y con todas las encuestas augurando una debacle. En Unidas Podemos salen dispuestos a darlo todo en las noches televisivas del lunes y el martes. Igual que Casado, consideran que Sánchez no es un buen orador, que no está entrenado, mientras que Iglesias ha crecido en los platós. Los morados defienden que un buen papel de su líder en los debates logrará reducir los daños de unas elecciones en las que confían en no bajar de los cuarenta escaños (ahora tienen 71) como frontera psicológica entre el declive y la catástrofe.

En Ciudadanos, como en el PP, consideran que la ausencia de Vox les beneficia. Su gran adversario dentro del mismo bloque ideológico, subrayan, estará fuera del foco durante tres días en la recta final de campaña. Es en ese último sprint que los de Rivera creen que tienen la opción de persuadir a los indecisos, en especial a los que dudan entre PSOE y Cs tras el traspiés de Sánchez en la negociación de los debates.