Los vecinos de Majid Bakali y Abdelkader Farhaui, detenidos ayer en Sant Andreu de la Barca (Barcelona), y de Mohamed Duha, arrestado en Mollet del Vall¨s (Barcelona), no salían de su asombro. ¿Sus vecinos terroristas islamistas? ¿Con lo buena gente que parecían...? Los familiares de los detenidos expresaban abiertamente su incredulidad: "Se trata de un error", coincidían todos.

Bakali regenta un locutorio en el número 70 de la calle de la Carretera de Sant Andreu de la Barca; Farhaui es el responsable de la carnicería islámica y tienda de alimentación que comparte local con el locutorio. Hasta ayer, ninguno de los dos había levantado sospechas. "Son personas encantadoras. Nunca han provocado problemas en el barrio", aseguró Dolors Cazorla, empleada de la asesoría Drimac Fincas, contigua a la carnicería islámica.

De la misma forma pensaba Teresa Puchol, que reside en el mismo rellano que Abdelkader, en el número 14 de la calle de la Riera Canals, de Sant Andreu. "Tanto él como su mujer son dos personas muy amables", insistió la vecina.

Karim Farhaui, hermano de uno de los arrestados ayer, estaba abrumado. "No ha hecho nada, debe de ser un error. Vinimos aquí para trabajar, no para matar a nadie", repetía una y otra vez. La esposa de Bakali no quiso hablar con la prensa. Asomada a la ventana de su casa, en la calle de Sant Llop, y con la mirada perdida, lloraba.

Un grupo de magrebís reunidos en la cafetería Nabil, situada a unos metros del establecimiento, maldecían su suerte. "Estamos muy mal por lo que ha pasado. Si es que hay una manzana podrida, no todas están podridas" argumentaba Baghdad Elbakhti, copropietario del bar.

Elbakhti narró que los dos detenidos acudían con frecuencia a su local "a tomar café" y que no había nada que le hiciera pensar que eran terroristas. "Tiene que ser una equivocación. Seguro. Son de buenas familias que llevan tres años aquí o más", reiteró el marroquí.

Entre la cafetería y el locutorio se encuentra la tienda de muebles y el taller de maderas Deco, que administran Josep Maria Delgado y su hijo Josep Maria. Ambos alucinaban. "Entraba mucha gente en el locutorio y siempre había grupos de magrebís en la puerta, pero eso no es raro. Se creen que la acera es suya", decía el padre.

Ambos se mostraron preocupados. "Hasta ahora no ha pasado nada pero pueden empezar los problemas porque en Sant Andreu hay muchos magrebís. Una auténtica invasión", afirmó el hijo.

La incredulidad se repetía como un eco entre los vecinos del barrio de Can Pantiquet de la localidad de Mollet, un barrio de familias trabajadoras. Mohamed Duha, de 49 años, vivía desde hace dos años en el piso primero cuarta del número 26 de la avenida de Gaudí. Los agentes reventaron la puerta de su vivienda a las 3.30 horas.

Susto de madrugada

Los vecinos se despertaron sobresaltados. "Hemos escuchado mucho alboroto, han tapado la mirilla de mi puerta, he salido y he encontrado a policías, que me han ordenado meterme en casa", relató un vecino. Todos aseguraron que la familia del detenido, que trabaja en la construcción, es "normal". "Sólo nos saludamos en la escalera, pero son gente integrada", decía una vecina.

La esposa de Duha se mostró segura de su "inocencia". Explicó que al oír los golpes tuvieron "miedo" porque pensaron que se trataba de una "explosión de butano" o de "ladrones". Un hermano del detenido, Yusef, expresaba también su sorpresa. "Me extraña que esté vinculado con el terrorismo. Todo es un malentendido", enfatizó.