Todas las defensas compartían un objetivo prioritario: negar el alzamiento y la violencia, requisitos necesarios para considerar rebelión lo vivido en el otoño del 2017 en Cataluña. Como mucho, admitieron, hubo desobediencia. Quizá desórdenes públicos y hasta «actos concretos y minoritarios de resistencia a la autoridad», pero nada más. Por no haber ni siquiera se declaró la independencia, ni se arrió la bandera de España. Y hasta se acató la aplicación del 155 de la Constitución. El documento Enfocats en el que se basan las acusaciones fue «humo» y la coordinación entre cuerpos policiales el 1-O, «un fraude».

Los abogados que pudieron defender ayer ante el tribunal la absolución de sus clientes optaron por estilos diferentes para poner en jaque los pilares en los que las acusaciones basan su grave petición de pena. Más político Andreu Van den Eynde, abogado de Oriol Junqueras y Raül Romeva, y convirtiéndose en protagonista Jordi Pina, de Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull. Más jurídico, pero nada aburrido, gracias al uso continuo de la ironía, Javier Melero, en nombre del exconseller Joaquim Forn. Quizá por eso, el primero se despidió pidiendo una sentencia que «resuelva el conflicto» y el último reclamando que como en Amanece que no es poco el único conflicto que se dé en España sean los relativos al escritor americano William Faulkner. Pina, por su parte, optó hasta por «chulearse» y declarar su «orgullo de país» por manifestaciones multitudinarias «sin un papel en el suelo».

Van den Eynde destacó las dudas que suscita lo ocurrido, cuando ni fiscalía ni abogacía del Estado se ponen de acuerdo en si es rebelión o sedición. Y negó que sea algo, porque el 20 de septiembre ante la Consejería de Economía hubo «40.000 manifestantes, cero heridos, cero intentos de asalto, cero armas sustraídas de los coches» de la Guardia Civil, cuyo destrozo ni siquiera se mencionó en las crónicas del día, aunque con posterioridad se haya convertido en símbolo del «apocalipsis» para las acusaciones.

LA CONFUSIÓN

Para este abogado, se está «confundiendo la desobediencia con la rebelión» y con la sedición, «si se ordena a la gente que se vaya y no se va», aunque ello no baste a las acusaciones.

Fue el primero en tachar de «humo» Enfocats, documento del que dijo que le causaría «risa» si no se esgrimiera para pedir hasta 25 años de cárcel para Junqueras. Pina, que se lo atribuyó a «un iluminado», empezó su informe negando «el periodo insurreccional» que llevó a la fiscalía a calificar de «golpe de Estado» lo ocurrido en Cataluña, donde se mostró tajante: «Hay paz», se diga lo que diga. El abogado de Sànchez se diferenció de sus compañeros en situarse entre los votantes del referéndum y en los trabajadores del día siguiente.

Melero se sumó a la argumentación sobre la ausencia de violencia el 20-S con ironía, al atribuir algún lanzamiento de botellas de cerveza, «vacías», y de agua, «llenas», a la personalidad de los lanzadores. Pero él se centró en negar la mayor: «No se efectuó ninguna declaración de la independencia» el 27 de octubre del 2017. «No se arría la bandera, no se comunica nada al cuerpo diplomático y todo el mundo se adapta a la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Soy consciente de que a alguien puede molestarle esta versión, pero es lo que ocurrió», aseveró. Y hasta aludió a Franco, sin citarlo, al decir que de haberse consumado el alzamiento imputado, «se habría instalado una estatua en una plaza de Madrid».

Su argumentación pasaba por sostener que las leyes de desconexión se incumplieron, negar «el menor concierto» entre la policía catalana y el Ejecutivo del huido Carles Puigdemont «más allá de la cortesía administrativa» y calificar de «fraude» la supuesta coordinación entre cuerpos policiales para impedir el 1-O. Admitió que «quizá alguien se equivocó a primera hora de la mañana» sobre la necesidad de «hacer un dispositivo de seguridad» ante Economía para garantizar el registro ordenado por el Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona, «pero eso no es ningún delito», aseveró.

De ahí pasó al uso de la fuerza policial. «¿Qué iban a hacer los Mossos? ¿Disparar a matar?» Y se centró en un testigo también reclamado para sí por el fiscal: el jefe de la Brigada Móvil que respondió a Sànchez que por él podía llamar «al Papa de Roma», pero él cumpliría con la orden recibida de tratar de llegar a la puerta de la consejería, donde no habría podido llegar «ni con el séptimo de caballería».

Pina eligió el catalán para decir a sus «amigos»: «Sea cual sea la sentencia estad tranquilos, que sois gente de paz».