La nueva dirección popular aprende de lo visto a sus mayores y de cómo se gestionan en la sede de la calle de Génova escándalos internos de alto voltaje. Como se hiciera tiempo atrás con otros casos y en algunos de los momentos más delicados del caso Gürtel, la cúpula del PP, con Pablo Casado a la cabeza, defiende ahora públicamente la retirada a medias de Dolores de Cospedal: ella ha renunciado a seguir en la ejecutiva de su partido tras conocerse el tipo de encargos (espionaje) que le planteó al excomisario José Manuel Villarejo, pero se aferra al escaño del Congreso. Sin embargo, en privado y sin cámaras delante, se admite que el deseo del entorno de Casado es que Cospedal se vaya también del Parlamento. Y cuanto antes, mejor.

Así, Casado defendió ayer ante sus senadores en un discurso que pudo ser seguido por la prensa que no aceptará prácticas poco ejemplares en la organización que lidera, subrayando que en todo caso tratará de ser «equilibrado» para no cometer «injusticias» y respetar «la presunción de inocencia». Por tanto irá «dando pasos» de considerarlo necesario si surgen nuevas grabaciones de Villarejo, que difunde Moncloa.com, y reclamará al PSOE que también la ministra Dolores Delgado dé un paso atrás por su relación con el polémico policía.

Según explicó Casado a sus compañeros de filas, el «equilibrio» que él busca para el PP consiste en no aceptar ser «partícipes de prácticas del pasado» que les puedan «perjudicar» y, al tiempo, evitar caer «en afanes inquisitoriales». Así puso como ejemplo lo sucedido con su compañera Pilar Barreiro, que dejó el grupo popular en el Senado cuando fue imputada en un caso de corrupción por exigencia de Cs, pese a que después quedó en nada.

Dicho esto, Casado volvió al asunto de las grabaciones y aseveró que la salida de Cospedal de la ejecutiva popular, anunciada hacía apenas unas horas, le «honra», sin ir mucho más allá. Tampoco quiso comentar ante los periodistas las alusiones que a Mariano Rajoy se hacen en la última conversación conocida entre Villarejo y el marido de Cospedal, Ignacio López del Hierro, quien apunta que el exlíder popular estaba al tanto de todo. «No puedo certificar que son ciertas», respondió a las preguntas de los medios evitando condenar a su antecesor, pero sin poner por él la mano en el fuego.

En privado, el discurso que mantiene el entorno de Casado, que habló personalmente con Rajoy sobre el escándalo el pasado fin de semana, es otro. Y sí se valoran unas conversaciones que no pueden «aceptarse ni respetarse» por parte de la cúpula del PP.

Pese a ese aval de Cospedal al actual presidente en el último congreso del PP, que permitió su elección, el equipo de Casado desea que ella se marche ya de la política, lo que incluye dejar el escaño en el Congreso.