El día de su proclamación como rey de España Don Juan Carlos resumió en una sola frase su objetivo: Ser el rey de todos los españoles. En la hora de su renuncia a la Corona podemos decir que ha alcanzado sobradamente su objetivo.

El éxito en este cometido pasaba por instaurar la democracia; por alcanzarla, en primer término, y consolidarla, posteriormente. La decisión de que fuéramos los españoles los dueños de nuestro destino supone un hecho capital para entender una trayectoria de servicio a España.

Es preciso subrayarlo: con el liderazgo de Don Juan Carlos, España ha disfrutado del más largo periodo de estabilidad y progreso social y económico en los dos últimos siglos.

Su abdicación supone un nuevo gesto de normalidad institucional. Es el mejor de los signos de que, a pesar de la existencia de algunas voces discrepantes --con flaca memoria-- que ponen en duda la validez de la Monarquía, está cumplido el mayor de sus servicios a España: dotar a nuestro país de un sistema de libertades prolongado en el tiempo y firme en toda circunstancia.

Fue éste el anhelo de generaciones de españoles y se ha cumplido en el reinado de Juan Carlos I. En su ejecutoria se ha guiado por una inquebrantable voluntad de servicio y un amor a España fuera de toda duda.

Su desempeño de la Jefatura del Estado ha sido reconocido con justicia por la gran mayoría de los españoles y se ha granjeado un bien merecido prestigio en todo el mundo, en el que ha sido factor decisivo de la buena imagen de España.

En todas las trayectorias humanas hay errores. Y también en la democracia encontramos imperfecciones y cuestiones que mejorar. Pero no cabe duda de que los últimos 39 años, los del reinado de Juan Carlos, han deparado a España una transformación sin igual, tanto por su alcance como por el breve tiempo en el que se ha producido.

Y LA GENEROSIDAD y la altura de miras del inicio de su reinado se han revelado también a la hora de afrontar las exigencias que plantea el futuro de España. Abdica por el bien de los españoles y por el devenir del país. Así lo demuestra la decisión de dar paso a una nueva generación, en la figura de su hijo, el futuro Felipe VI. Los españoles hemos comprobado en los últimos años la preparación y capacidad del Príncipe de Asturias para suceder a su padre.

Hemos comprobado que él aportará nuevas energías para un tiempo que requiere del máximo esfuerzo con el ejemplo de Don Juan Carlos como la mejor de las guías, que ha llevado al progreso del país, y el bien de España como norte.

La gratitud es en consecuencia el valor que se impone en este momento histórico en el que, además, la confianza en el porvenir de España debe seguir siendo completa.