«Carles Puigdemont ya es berlinés». Tras ser puesto en libertad bajo fianza e instalarse en la capital alemana, el canal de noticias del metro de Berlín titulaba así la llegada del depuesto presidente de la Generalitat. Aunque en su primera comparecencia con los medios Puigdemont aseguró que no quería entrometerse en la vida política de Alemania, la realidad ha sido muy distinta y su nueva situación ha dado aún más eco al procés independentista de Cataluña.

El mismo día en que el grupo parlamentario de Junts per Catalunya se reunía por primera vez en Berlín con el expresidente para debatir la estrategia para la investidura y formación de un nuevo Govern, la plataforma españolista Sociedad Civil Catalana (SCC) aterrizó en la capital alemana. En la primera parada de una gira que les llevará por Luxemburgo, Bruselas, Londres y Edimburgo, SCC pretende hacer campaña en medios de comunicación europeos para contrarrestar el «mensaje falaz» independentista.

Esa iniciativa añade más leña a la internacionalización de un conflicto político que a pesar de ser reiteradamente etiquetado como una «cuestión interna» de España ocupa portadas en todo el continente. Si primero fue en Bruselas, ahora es en Berlín.

Los posicionamientos

Desde que Puigdemont fue arrestado por la policía alemana el 25 de marzo la opinión pública y la publicada del país ha ido fluctuando a uno u otro lado del conflicto. Así, se ha pasado de ver como el jefe de opinión del Süddeutsche Zeitung pedía una «solución política» con mediación alemana, a acusaciones contra el expresident, como la publicada en Die Zeit, donde se le tilda de «populista nacionalista» similar al primer ministro húngaro Víktor Orbán. Una encuesta del diario Welt apuntó a que un 51% de los alemanes se oponía a la extradición del expresident.

Angela Merkel descarta opinar de un tema en el que respalda al presidente español Mariano Rajoy, pero otros actores políticos han tomado cartas en un asunto. El posicionamiento político no es uniforme, y se han visto declaraciones opuestas dentro de un mismo partido. Así, Alexander Dobrindt, líder parlamentario de la CSU - hermanada con la CDU de Merkel- ha hablado del independentismo como un «movimiento para la libertad» y ha asegurado que «no son golpistas».

Entre sus socios de gobierno también ha habido discrepancias. La ministra alemana de Justicia, la socialdemócrata Katarina Barley, irritó a la diplomacia española y a parte de su partido al defender la decisión de la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein de descartar la acusación de rebelión.

El partido más activo y claro en su apoyo a Puigdemont ha sido La Izquierda, cuyos líderes han pedido a la cancillera Merkel que evite la extradición del expresidente, a quien consideran un «preso político» en España. Diputados de Los Verdes han pedido una mediación internacional mientras que el líder de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), Alexander Gauland, la ha descartado.