El viejo adagio señala que, en política, los problemas se ponen en fila india y se despejan uno a uno. Esto es más o menos lo que ERC ha hecho en las últimas semanas en lo que a la investidura de Pedro Sánchez se refiere. Y ahora, celebrado ya el último día del juicio a los líderes del procés (en especial al propio, Oriol Junqueras) y sustanciado, mañana, el asunto de la alcaldía de Barcelona, los republicanos se disponen a girar baterías y enfocarlas hacia Madrid.

El asunto ha salido de refilón en los cónclaves de la dirección, pero se espera que sea este lunes, máxime tras la reunión de ayer entre Adriana Lastra y Gabriel Rufián, cuando en ERC empiece el contraste de pareceres.

Según ha sondeado este diario, existen varias voces de peso que defienden el apoyo a Sánchez. Y lo hacían antes incluso de la ronda de contactos de los socialistas de esta semana en la que el no anunciado por Coalición Canaria y Ciudadanos hace indispensable, como mínimo, la abstención de ERC para renovar el alojamiento de Sánchez en la Moncloa en segunda votación.

Más allá de alguna voces que temen ser objeto de descalificaciones por el entorno hiperventilado de las redes sociales, las principales figuras aceptan que lo deseable sería un acuerdo con el PSOE. Y, evidentemente, dentro de estos hay matices.

Hay quienes desean negociar en el campo de lo concreto, como por ejemplo una modificación del Código Penal encaminada a suavizar las penas que recibirán los encausados por el procés. Porque en ERC se parte de la premisa de que la sentencia se moverá entre el muy dura o peor.

Otros apostaban, incluso, por apoyar la investidura antes de que los votos republicanos se convirtieran en claves. Para estos, el argumento principal tenía que ser el «con [Albert] Rivera, no» que tronó en la calle Ferraz (donde se ubica la sede del PSOE) la noche de las elecciones generales. Es decir, anhelaban esta voces ser el estandarte de las bases más izquierdistas de los socialistas, en el caso de que el líder de Cs hubiera optado por arrimarse a Sánchez.

COLABORACIÓN

Con todo, la visión más cauta es la que proviene de altos cargos del partido. Algunos de ellos ven deseable una entente con el PSOE, pero siempre que este «colabore». Entendiendo por colaborar que «no muerdan la mano» de Esquerra.

Estos sectores se atrincheran en los últimos desencuentros que han mantenido con el PSOE para explicar su posición. «El PSOE se ha acostumbrado a no negociar más que adhesiones sin contrapartidas. Les funcionó en la moción de censura», explica una fuente que recuerda lo sucedido con el caso Iceta.

Esquerra vetó al líder del PSC, Miquel Iceta, como senador en representación del Parlament (condición indispensable para alcanzar la presidencia de la Cámara alta). «Primero dieron por supuesto algo que no debían y que atañe a la soberanía del Parlament», sintetiza esta voz, «y después, cuando ERC les dio el toque de atención» en la persona del presidente del grupo parlamentario, Sergi Sabrià, «el propio Iceta redobló la apuesta, afirmando que volvería a apoyar la aplicación del artículo 155». Según deja entender esta voz, otra actitud de Iceta, y del PSOE, habría acarreado otro desenlace.

LENTITUD DE REFLEJOS

El origen de esta voluntad negociadora cabe atribuirla, en parte a lo sucedido en Barcelona. Más allá del pacto antinatura entre los comuns y Manuel Valls para que Ada Colau conservara la alcaldía e impedir así que la capital catalana cayera en las redes del independentismo, varios sectores republicanos han mostrado su descontento por la lentitud de reflejos mostrada. «La política, si no la haces te la hacen», sintetiza una voz que aboga por llevar la iniciativa con el PSOE.

Y por el tamiz que construye todo lo expuesto, cabe filtrar las palabras de Rufián. Expuso que su fuerza no estaba en el Congreso «para bloquearlo todo, solo el 155». Y si bien no adelantó el voto de su grupo (con 15 miembros) sí afirmó que la reunión con Lastra fue «positiva» y «un primer paso para seguir dialogando». El jefe de filas de ERC en Madrid añadió que los socialistas «tienen que entender» que «hay un conflicto político en Cataluña» que se solucionará «hablando y no con policía».