La visita de José María Aznar al Congreso de EEUU, mientras se niega a comparecer en el español para dar explicaciones sobre la polémica de las armas de destrucción masiva, no ha pasado inadvertida a los partidos de izquierdas, que ayer arremetieron contra el presidente del Gobierno.

El portavoz de ERC en el Congreso, Joan Puigcercós, incluso situó a Aznar en el banquillo de los criminales de guerra: "La mayoría del PP no durará siempre", así que "algún día será posible verle sentado ante el Tribunal Penal Internacional", dijo. Para el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, el propio Aznar teme tener que ocupar algún día ese banco. "Aznar se está defendiendo para no acabar ante el TPI, donde acabarán muchos" otros que también "provocaron la guerra con mentiras", dijo ayer para explicar por qué insiste en la existencia de las armas de destrucción masiva.

También el cabeza de lista de ICV por Barcelona, Joan Herrera, arremetió con dureza contra el presidente, al que calificó de "aprendiz de Goebbels por la manipulación de su Gobierno y su voluntad de borrar la memoria de los ciudadanos".

En este argumento coincidió con el socialista Diego López Garrido, quien destacó que, "por mucho que el Gobierno intente confundir la realidad, no podrá borrar de las hemerotecas sus declaraciones sobre la armas". Ante tanta "mentira", dijo López Garrido, la única salida del PP es un debate público "en la televisión o en el Parlamento".

RESPUESTA DE EXTERIORES La ministra de Exteriores española, Ana Palacio, que se entrevistó ayer con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, en Nueva York intentó restar relevancia a las investigaciones abiertas en EEUU y el Reino Unido asegurando que sólo tratan "el funcionamiento de sus servicios de inteligencia". A la pregunta de si España no tiene nada que investigar, Palacio volvió a responsabilizar a la ONU de las decisiones tomadas en la Moncloa: "España ha basado su posición en lo que era el consenso", dijo.