Pablo Iglesias e Íñigo Errejón sumergieron este sábado a Podemos en una campaña que termina en una semana con un final de infarto. Los máximos dirigentes morados apelaron a las bases, los 455.000 inscritos que han de decidir el futuro del partido con mensajes contrapuestos. El secretario general, que no ve peligrar su cargo, ahondó en pedir el voto también para sus colaboradores y vinculó su fuerza como líder a que sus dirigentes ganen a la lista de Errejón. “Sin este equipo yo no soy nada”, expuso, para subrayar la importancia no solo de elegirle como ‘número uno’, sino de que las bases voten, además, a su lista para empoderarle y no dejarle “enjaulado”.

Ante un Iglesias que pide el voto para su gente, Errejón subió a un escenario presidido por una fotografía de ambos abrazándose [de enero de 2015], como icono de la fortaleza Podemos, como símbolo de que su fuerza reside en la fraternidad entre ambos compañeros. Desde ahí, explicó a los simpatizantes que no se trata de elegir entre uno u otro en una lógica del blanco o negro, y les pidió que votasen para lograr lo que él no ha conseguido: “Yo no he podido convencer a Pablo. Pido que sea la gente la que con su voto construya la unidad, para mantener el tándem”. El secretario político insiste en que la campaña no puede encerrar a los simpatizantes en una elección en blanco y negro. “No nos podemos jugar la organización a cara o cruz, no podemos tirar la moneda [al aire] en un Podemos de todo o nada”, advirtió.

LOS REPROCHES

Es incierto el resultado de la campaña que conducirá a las dos grandes familias moradas hasta la asamblea estatal, Vistalegre II, pero el clima que se percibía este sábado hace prever que suba de intensidad. En la candidatura de Iglesias, que hizo su puesta en escena ante 200 militantes, abundaron los reproches. Sugirieron que Errejón hace política de laboratorio, que prefiere la moqueta, la comodidad de los despachos al frío de las movilizaciones en las calles, las corbatas a las coletas, de querer a un líder débil, de diseñar un Podemos viejuno. El más directo, de nuevo, Juan Carlos Monedero, quien acusó a Errejón de mentir y advirtió que si gana el secretario político será contra Iglesias.

El ‘número dos’ pidió a los suyos no responder a los ataques. “Os voy a pedir que aguantéis. Va a ser una semana en la que nos van a querer divididos. Ni una mala palabra sobre ningún compañero”, apeló, voz en grito, ante los simpatizantes que se quedaron en la calle porque el aforo en los cines Palafox (800 personas) quedó completo.

Bajo el cruce de acusaciones anidan dos visiones distintas de lo que debe ser el partido después de Vistalegre II. El pablismo reclamó la unidad de la izquierda, no convertir a Podemos en una formación con los tics de la vieja política, sino ser dirigentes valientes que que señalen “la verdad”. Los errejonistas defendieron que Podemos ya ha escandalizado a las élites y que ahora toca demostrar que es capaz de garantizar justicia pero desde el orden, que los millones de votantes del PP, el PSOE o Ciudadanos no son el Ibex 35 contra los que haya que luchar, que no pueden ser un partido solo de protesta porque no es verdad que la gente se moviliza cuando todo está perdido. “Por eso no nacimos gritando todo está fatal, nacimos gritando ‘Sí se puede’”.