ETA zanjó ayer toda especulación sobre una tregua tácita. Después de siete meses sin lograr cometer un atentado y más de un año sin provocar muertos, la banda colocó ayer dos artefactos explosivos de poca potencia en San Vicente de la Barquera (Cantabria) y en Ribadesella (Asturias), poblaciones en plena temporada turística. Las explosiones, de las que los terroristas avisaron, no provocaron heridos.

ETA reapareció un día después de que la policía difundiera los nombres y los rostros de seis presuntos etarras a los que atribuye la intención de emprender una campaña veraniega de atentados en zonas turísticas. La policía estaba especialmente en alerta en la costa levantina, donde había sido visto en julio pasado uno de los supuestos terroristas.

Las dos explosiones se produjeron entre las 13 y las 13.30 horas. La primera, en San Vicente de la Barquera, alteró la víspera del Día de Cantabria. La segunda, el tradicional descenso del río Sella, que cada año congrega a cientos de miles de personas en este pueblo.

En el caso de San Vicente de la Barquera, la banda avisó con una llamada telefónica al diario Gara . El artefacto, compuesto de sólo 200 gramos de dinamita, estaba colocado en la avenida Miramar, donde, como cada sábado, estaba instalado un concurrido mercadillo. La bomba estaba en el interior de una fiambrera de plástico, escondida en un seto. La Guardia Civil pudo desalojar la zona. Los agentes recomendaron por megafonía a los vecinos que no salieran de casa y bajaran las persianas.

El presidente cántabro, Miguel Angel Revilla, recordó la vulnerabilidad de su comunidad por la proximidad a Euskadi. Para el consejero de Interior vasco, Javier Balza, los terroristas podían haber entrado desde Francia con los explosivos listos, ya que éstos eran muy sencillos y no precisaban una infraestructura en la zona para prepararlos.

SIN TIEMPO En Ribadesella, ETA avisó al diario La Nueva España , pero la Guardia Civil no tuvo tiempo de desalojar la zona antes de la detonación. El explosivo estaba detrás del muro del hotel Ribadesella Playa, en un día en el que, debido al descenso del río, según el jefe del operativo de Protección Civil, Bernardo Cangas, el pueblo pasó de albergar de cerca de 3.000 personas a 300.000.

El artefacto de Ribadesella estaba compuesto de 300 gramos de dinamita Titadyne. La explosión destrozó una parte del muro y el cristal de una ventana del hotel. Minutos antes de que estallara la bomba, agentes de la Guardia Civil rastrearon con la ayuda de perros adiestrados la tribuna de autoridades del Descenso Internacional del Sella. Entre las personalidades asistentes se encontraban la ministra de Agricultura, Elena Espinosa y el presidente asturiano, Vicente Alvarez Areces.

RELATIVA INACTIVIDAD La última vez que ETA intentó atentar fue el 24 de diciembre del 2003, cuando hizo explotar un artefacto en la vía férrea que pasa por Luceni (Zaragoza), sin causar víctimas. Los etarras perpetraron su último asesinato el 30 de mayo del 2003, cuando mataron a dos policías en Sangüesa (Huesca).

Esa relativa inactividad de ETA --sumado a la conmoción del terrorismo islamista tras el 11-M-- había despertado esperanzas de que la banda estuviera en puertas de una tregua. Algunos políticos, como el peneuvista Balza, o dirigentes del PSOE, recordaron ayer que no hay motivos para creerlo.