Llegó Zapatero, todo sonrisa, a la sala adamascada preparada para la rueda de prensa. Junto a él, Mohamed Ganuchi, primer ministro de Túnez. Tomó la palabra el último y, para asombro general, suspendió la comparecencia antes de comenzarla. "El presidente nos espera inmediatamente", se limitó a explicar. "Serán ustedes atendidos dentro de dos horas en el aeropuerto". Y se fueron. Bueno... lo intentaron.

Para estupor de los periodistas españoles, los compañeros tunecinos se fueron sin rechistar. Dicen que están acostumbrados a cambios de última hora. Los españoles se fueron en tropel hacia el primer ministro y, en mejor o peor francés, le explicaron que las televisiones habían contratado satélites para efectuar emisiones en directo y que eso no se puede retrasar así como así, ni es factible montar el mismo tinglado técnico en otro escenario un poco más tarde.

Ganuchi, un poco desbordado, sólo atinaba a decir: "Je suis desolé" (lo lamento)", pero no resolvía nada. Al final, alguien acertó a aclararle el meollo de la cuestión: "Se pierde mucho dinero, señor". Y lo entendió. Salió de la sala y al poco regresó con Zapatero, otra vez muy sonriente, que se avino a responder las dudas de los periodistas.

Fuentes cercanas al presidente español aseguraron que al aproximarse su homólogo a Rodríguez Zapatero para que regresara, le explicó muy alterado la situación: "Volvemos, que hay una rebelión. Cuestión de dinero". ¿Un lenguaje universal?