Un nuevo achaque del presidente de la Xunta, Manuel Fraga, llevó la preocupación ayer al Parlamento gallego, donde tenía lugar el debate sobre el estado de Galicia. El veterano político, de casi 82 años, llevaba una hora y cuarto de discurso, en el que reivindicaba su derecho a decidir cuándo retirarse al tiempo que ofrecía diálogo a la oposición, cuando su voz comenzó a apagarse y sufrió un desmayo que le obligó a interrumpir su intervención.

Tras reposar durante unos 80 minutos, volvió a la sala para terminar su discurso, que resumió para no extenderse más de 10 minutos, y pidió perdón a la Cámara por el incidente. La sesión se suspendió hasta la tarde de hoy.

El presidente gallego se sometió a una revisión en la que se determinó que sufrió una lipotimia producida por el cansancio. Fraga no sólo no guardó reposo tras la gastroenteritis de la semana pasada sino que, además, mantuvo su agenda, que llegó a reflejar hasta nueve actos en lugares distintos en un solo día.

TONO MODERADO Después de los análisis, los médicos descartaron cualquier dolencia grave. Fraga se retiró a descansar a su residencia en Santiago. Todos los partidos le desearon una pronta recuperación. En el BNG y el PSOE no ocultaron que este incidente condicionará el debate en el Parlamento gallego y podría obligarles a moderar el tono de sus intervenciones.

Fraga ha acusado varios problemas de salud durante los dos últimos años. En el 2003 sufrió un desmayo mientras leía un discurso en la Feria de Turismo FITUR, en Madrid, y a finales de ese año se le implantó un marcapasos. La semana pasada, una gastroenteritis le obligó a despejar su agenda durante un día y medio, y ayer sufrió una lipotimia.

TRIFULCA RESUELTA El desmayo de Fraga se produce después de una tensa crisis en el PP gallego que ha quedado "definitivamente" zanjada, según manifestaron las partes implicadas. El veterano político resolvió la amenaza de escisión en un breve encuentro que mantuvo el pasado lunes con el presidente orensano, José Luis Baltar, del que no trascendió nada hasta ayer, cuando ambos mostraron su satisfacción por el fin de las disputas.

Baltar rebajó sus reivindicaciones tras ver que su postura no calaba entre sus afines, a la vez que Fraga se mostró dispuesto a ceder a alguna de sus pretensiones.

El díscolo orensano logró "una mayor presencia de Orense en la vida política, administrativa y financiera de la Xunta", según anunció ayer. En un comunicado, Fraga destacó que la decisión es "la mejor para Galicia y para el partido".

La crisis estalló a mediados de septiembre, cuando el sector galleguista del PP, encabezado por el presidente orensano, José Luis Baltar, reclamó la cuota de poder que estaba perdiendo como consecuencia de la injerencia en Galicia de la corriente afín a Mariano Rajoy.