El día 2 de armisticio se levantó complicado y confuso. No será el único, porque al Gobierno de coalición le seguirá costando guardar el equilibrio. Cargar contra Isabel Díaz Ayuso y su gestión sin salirse de la línea, sin que se haga añicos el llamamiento a la "unidad" frente al virus que machaconamente reiteró Pedro Sánchez en su cumbre del lunes con la presidenta madrileña en la Real Casa de Correos de la capital, la sede del Ejecutivo autonómico. Las dificultades se palparon enseguida, con mensajes dispares entre el Gobierno la parte socialista, no Pablo Iglesias y los dos partidos que lo sustentan, y también dentro de ellos. Y es que Madrid, además de epicentro del covid-19 en Europa, es escenario político de primer orden. Para todos.

Ya el viernes, cuando Ayuso anunció el confinamiento de 37 zonas sanitarias 13% de la población de la región, más de 850.000 personas, miembros del Ejecutivo, en privado, tacharon las medidas de "confusas" e "ineficaces". Puertas para fuera, ningún reproche. "No venimos a evaluar, ni a tutelar, venimos a apoyar", subrayó Sánchez tras su cita con la dirigente del PP.El discurso del PSOE, en cambio, seguía siendo combativo, de oposición a una presidenta regional a la que la mayoría de cuadros del partido califica, directamente, de "incompetente", "incapaz". El PSOE, con Podemos, Más Madrid, IU, sindicatos y asociaciones vecinales y de defensa de la sanidad pública, rubricó el lunes un manifiesto para pedir un plan "riguroso" y basado en "criterios científicos" para afrontar la pandemia en "toda la región". Texto unitario que incluía la convocatoria de una manifestación el próximo domingo. La crítica unánime de la izquierda es que la Comunidad de Madrid ha lanzado medidas "segregadoras", discriminatorias contra los barrios y municipios más pobres, en los que las condiciones de vida son más complicadas y en las que los ciudadanos tienen más dificultades para guardar las cuarentenas.

Pero ayer, a primera hora y en la SER, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, recomendó a todos los madrileños limitar la movilidad a lo esencial. Después, el secretario general del PSOE (y delegado del Gobierno en la comunidad), José Manuel Franco, desanduvo un paso: su partido no acudirá a la protesta del 27 de septiembre.

"No es el momento para salir a la calle", dijo, aunque sean "cien por cien" justas las "reivindicaciones" del manifiesto. A su vez, la portavoz en el Congreso, Adriana Lastra, no desautorizó la convocatoria, pero sí pidió a los participantes que cumplan las medidas de seguridad. La número dos del PSOE denunció que el PP, que "alentó" las manifestaciones en Núñez de Balboa en pleno estado de alarma, "critica" ahora que salgan a la calle "los trabajadores de Villaverde, Usera y Vallecas". Es el sur de la región, la más deprimida, la que "está encerrada", recordó.

Lastra reclamó a los conservadores que no se presenten como víctimas, porque lo son "los cientos de miles de trabajadores que han hecho lo que les dijeron que tenían que hacer y ahora se ven señalados y estigmatizados". Al PP no le resultó suficiente la rectificación de los socialistas. "No vale retirarte mientras se anima que se asista", aseguró la portavoz popular, Cuca Gamarra.

Pero esa actitud de elevarse sobre las discrepancias, por relevantes que sean, de mirar más allá y llamar a la "unidad" para "doblegar la curva", no compromete a todo el Gobierno. A primera hora, el vicepresidente segundo y líder de Podemos cargó con fuerza contra Ayuso. Según Iglesias, la presidenta, que durante su comparecencia con Sánchez aseguró que el covid "trae problemas de delincuencia, ocupación y menas", está "criminalizando la pobreza".

Pulla de Iglesias

"Como Gobierno, estamos obligados a asistir a las administraciones, pero eso no significa compartir lo que están haciendo el PP, Cs y Vox en Madrid", dijo en TVE Iglesias, que abogó por tomar "medidas muy diferentes a las del bloque de la derecha". Entre otras, garantizar la contratación de "más médicos, enfermeros, rastreadores y profesores", así como una "menor saturación del transporte público".

Tras el Consejo de Ministros, tanto Illa como la portavoz se aferraron a la prudencia. El titular de Sanidad sí recalcó que es clave "actuar con determinación y tomar el control", pero evitó los reproches hacia Ayuso. Igual hizo María Jesús Montero: la "prioridad absoluta" del Gobierno es luchar contra la pandemia unidos, al margen de que los partidos estén "legitimados" para expresar su opinión. Es decir, que una cosa es el Ejecutivo, que persevera en su llamada a la unidad, y otra los partidos que lo respaldan, que pueden obrar según crean, si bien el PSOE, recordó, no está entre los convocantes de la manifestación del domingo.

También los morados bajaron un peldaño: Pablo Echenique, portavoz parlamentario de Unidas Podemos, señaló que ir o no a la marcha del domingo es una decisión "personal". El diputado no recomendaba la asistencia a la protesta, aunque sí trajo a colación cómo en los últimos meses "se han visto muchas manifestaciones de todos los colores", por lo que "no puede ser" que ahora "se ataque" la del domingo porque "sea de gente trabajadora". "A ver si se van a poder manifestar los negacionistas de las zonas pudientes y no los residentes de zonas como Usera", sentenció Echenique. En cambio, la portavoz estatal de Podemos y en la Asamblea de Madrid, Isa Serra, instó a la movilización como única forma de "protegerse".

"No estamos en el tacticismo político, sino en la solución, en asumir la responsabilidad. Nuestras políticas, las que nosotros recomendamos y las que citó Illa el ministro es partidario de ampliar las restricciones a todo Madrid y defiende que volver a las fases de desescalada puede ser un "buen instrumento" para lograr doblegar la curva, se van a acabar imponiendo", pronosticaban en el Gobierno. De hecho, apuntaban que la propia Ayuso se había descubierto, al admitir en Onda Cero que no es "coherente" aplicar unas restricciones en unas zonas y no tomar medidas adicionales en las demás. No obstante, en la Moncloa no dejan de subrayar que el Gobierno ya ha inyectado 1.787 millones de euros (1.495 para sanidad y otros 292 para educación): "¿Qué han hecho con ellos, qué han hecho con lo que prometieron al ministerio para pasar de fase?".

Doble línea

Fuentes del Ejecutivo señalaban a su vez a este rotativo que Franco no había estado "acertado" al suscribir la convocatoria del próximo domingo, sobre todo porque el Gobierno "no está en eso". Sin embargo, en el entorno del líder del PSOE-M y delegado del Gobierno en Madrid afirmaban que este acabó reculando por sentido común, no por indicación de arriba. "Los puntos del manifiesto los asumimos. Pero nos pareció sensato y coherente no secundar como partido la manifestación".

En Ferraz, también se defiende esos dos papeles, el del Ejecutivo y el del partido. "El Gobierno hace su trabajo y lo hace muy bien: cooperar y ayudar a la Comunidad de Madrid desde su posición institucional indicaba a este diario un cargo relevante de la cúpula socialista. Eso no significa que los partidos no podamos denunciar aquello que consideremos, y sigamos exigiendo a Ayuso que tome medidas respecto a sanitarios, centros de salud, PCR, hacinamiento en los medios de transporte, etc., y denunciando las medidas incoherentes (como ella misma dijo en Onda Cero) que han tomado. El viernes, Pablo Casado estaba llamando cobarde y desleal a Pedro. Y se han pasado el fin de semana así".

De este modo, lo que no es "prudente", prosigue este misma responsable, es "convocar una manifestación cuando tienes transmisión comunitaria del virus y las autoridades sanitarias recomiendan que las relaciones sociales se circunscriban al ámbito más cercano".

Hay marcha atrás, sí, pero la línea dura contra Ayuso no se evapora. Desde luego, no del discurso de los partidos que sustentan al Ejecutivo. Sánchez mantiene así una doble estrategia política: de prudencia en lo institucional, de oposición y combativa en los partidos.