O ahora o nunca. El Gobierno ha transmitido ya a la ilegalizada Batasuna, a través de intermediarios y también en público, que la decisión está en sus manos: en los próximos meses tiene la oportunidad de volver a las instituciones o, en caso contrario, afrontar su definitiva desaparición. El Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero ofrece al partido aberzale concurrir a las elecciones vascas del 2005 si antes pide públicamente el fin de la violencia de ETA, según fuentes gubernamentales.

LA CITA DEL DOMINGO Ni el Gobierno ni el PSOE confían en que el partido de Arnaldo Otegi se desmarque de ETA el próximo domingo en San Sebastián, donde formulará su nueva "oferta política". El equipo de Zapatero sospecha que, a lo sumo, Batasuna dará por superado el pacto de Lizarra --el acuerdo nacionalista que propició la tregua etarra en 1998-- y propondrá abrir un nuevo "proceso" de diálogo que abarque a "todos", socialistas incluidos. Pero no es ése el mensaje que espera el Ejecutivo.

Proscrita hace dos años en aplicación de la ley de partidos pactada por PSOE y PP, a la formación aberzale le fue vedada la participación en las elecciones locales del 2003 y en las europeas de junio. Como única presencia institucional y fuente de subvenciones conserva --pese a las sentencias del Supremo-- el grupo en el Parlamento vasco, Sozialista Abertzaleak, que también perderá si no logra concurrir a las elecciones vascas en primavera. De ahí la oportunidad del ultimátum.

"Hoy quiero decir que la banda terrorista ETA no tiene otra salida que el silencio de las armas. Y los que permanecen en silencio ante las armas deben saber que sólo hablarán en las instituciones cuando condenen la violencia". Este recordatorio, formulado el pasado sábado por Zapatero ante el comité federal del PSOE, fue concienzudamente redactado para demostrar firmeza ante al terrorismo y, al tiempo, lanzar un guiño a la izquierda aberzale.

MENSAJE A IBARRETXE El pasado julio, en la Moncloa, Zapatero ya trasladó un mensaje similar al lendakari, Juan José Ibarretxe, y en las últimas semanas dirigentes del socialismo vasco se lo han reiterado al PNV y a la izquierda aberzale: si Batasuna se pronunciase en estos momentos contra la violencia de ETA, el Ejecutivo no impugnaría la candidatura autonómica que promueva.

Formalmente, a Batasuna se le exige una "condena" del terrorismo, pero extraoficialmente el Gobierno reconoce que le bastaría con que alentase a ETA a abandonar las armas para que la ley de partidos le fuera aplicada con una mayor "flexibilidad". No se trataría tanto de legalizar de nuevo a Batasuna --al menos, mientras ETA perviva-- como de hacer la vista gorda con la lista electoral que el partido aberzale elija como su heredera.

LOS PRESOS Para Zapatero, el objetivo de esta maniobra no es otro que el de abrir una profunda brecha entre los aberzales y ETA. Aunque duda de la autonomía de Batasuna para dar este paso, el Gobierno pronostica que, de hacerlo, precipitaría el fin de la banda. Debilitada por los golpes policiales y por su progresiva pérdida de control sobre el colectivo de presos, el aislamiento político y social sería la puntilla para ETA.

Receloso, el PSOE evitó exponer estos planes al PP en la reciente reunión del pacto antiterrorista.