La policía quiere evitar otro atentado de los integristas islámicos y el Gobierno plantea un plan de prevención que se intuye polémico. Según un documento reservado de los servicios secretos, que publica la revista Tiempo de esta semana, se quiere controlar a los fieles de los centros de culto islámico, a los dirigentes y las actividades que llevan a cabo. El informe admite, además, que falla un instrumento básico: los confidentes. El control del alquiler de viviendas a extranjeros procedentes de países islámicos y de los almacenes de explosivos son otras medidas previstas.