Para contestar esta entrevista, que por motivos obvios ha tenido que ser telefónica, Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior de un país azorado, ha buscado acomodo en la antesala de su despacho, en una mesa de reuniones rodeada de cuadros desde los que le miran sus antecesores, Francisco Silvela, Eduardo Dato, el Conde de Romanones... "ministros de la Gobernación del siglo XIX, una época convulsa", comenta.

- Fue convulsa, sí, pero no sé yo si ellos se cambiarían por Grande-Marlaska ahora.

- Yo tampoco me cambiaba por ellos.

- Con toda la información que maneja, ¿cuál es su pronóstico de duración de esta situación tan calamitosa que vivimos?

- Me remito a lo que dicen los que saben y conocen, que son las autoridades sanitarias, los científicos que trabajan con ellos y tienen los elementos para poder acertar en previsiones. Todavía vamos a tener días difíciles y duros, pero espero que sea lo más breve posible. No quiero aventurar; lo que estamos intentando ahora es alcanzar el pico de contagios cuanto antes y que revierta la curva, que baje.

- ¿España ha reaccionado tarde ante la amenaza del coronavirus, como dicen algunas personalidades de la oposición?

- En primer lugar, creo que ahora a lo que todos tenemos que estar es a remar para conseguir vencer cuanto antes al virus y restablecer la normalidad, que para eso es para lo que trabajamos. En segundo lugar, habrá momento para estudiar y analizar las actitudes de to-dos (enfatiza): del Gobierno, de la oposición, de gobiernos autonómicos, locales, de todos los que tenemos responsabilidades. Pero, por favor, no es el momento. Ya habrá tiempo. Ahora todas las energías deben estar encaminadas a alcanzar la solución. Y tercero, no evito la pregunta: entiendo que no, evidentemente no. Hemos tomado las medidas oportunas y en el momento oportuno. Se habla mucho de si las medidas de confinamiento son las necesarias o las precisas. Recordar que son las medidas de confinamiento más drásticas que se han adoptado en Europa, y las segundas más drásticas en todo el mundo.

- Los Mossos d'Esquadra han parado una orgía en Barcelona, con ocho personas juntas, poco después de que la Policía interceptara una fiesta de jóvenes en Madrid... ¿Qué tiene pensado si repuntan las conductas irresponsables con el cansancio del confinamiento?

- Hemos dado instrucciones de prevenir y perseguir esos comportamientos tan insolidarios. Espero que todos ciudadanos sean conscientes de la importancia de mantener una conducta de solidaridad. Permanecer en los domicilios, obedecer la norma de confinamiento como la más eficaz para detener la expansión del virus, deben tenerlo todos los ciudadanos metido en la cabeza. Los colectivos más afectados son los que están más en contacto con el virus, pese a los elementos de protección; ahí están los ratios más altos de contagio, en el personal de la salud pública, y en segundo lugar en las fuerzas de seguridad... todo ese conjunto de ciudadanos que están dando un servicio público en estas ocasiones difíciles. Pues pensemos un poco: no hablemos de cuánto debemos a los médicos, los enfermeros, los policías, mossos, guardias... No, no, menos palabras y más acciones: si quieres a alguien, no salgas: súbete al barco y rema con todos. Porque, o nos salvamos todos o todos caemos. Con esas conductas irresponsables lo que manifestamos es que no queremos a nadie. Trataremos de seguir sancionando a quien tenga una conducta insolidaria. Sancionar y detener al insolidario es una muestra de respeto al resto de la sociedad, que se muestra solidaria y que también sufre el confinamiento.

- ¿Descarta que haya que imponer en algún momento un toque de queda?

- Eso sería elevar el estado de alarma a otros estados que también los prevé la ley. Eso ya sería cuestión no del ministro, sino del Gobierno y del Parlamento, dependiendo de las medidas a adoptar.

- ¿Cómo van las investigaciones contra los acaparadores de material sanitario?

- Trabajamos en distintas investigaciones, con una finalidad concreta: tenemos que controlar que el abastecimiento de los elementos de protección llegan a donde tienen que llegar, a la autoridad sanitaria y los funcionarios públicos donde deben ser dirigidos, y que no hay una utilización fraudulenta del mercado, de los precios. Nosotros no hemos hecho requisas indebidas, ni inmovilizaciones de material de las comunidades autónomas, nada de eso. Las Fuerzas de Seguridad garantizan que esos efectos vayan inmediatamente donde deben ir.

- ¿Hasta qué punto merecen la atención de ese ministerio las cadenas de bulos?

- Contra el virus de la desinformación es muy difícil que podamos vacunar, pero lo intentamos. Estamos monitorizando todas las redes, la Policía, la Guardia Civil, detectamos los bulos, dejamos constancia de los mismos y aquellos que puedan tener una naturaleza criminal son puestos en conocimiento de la fiscalía. Pero nuestro objetivo principal es proteger los centros de salud, evitar las burlas del confinamiento y asegurar el abastecimiento.

- Muchos ciudadanos se abastecen por internet. ¿Se ha multiplicado la ciberestafa con esta situación?

- Trabajamos en eso de forma permanente. Se han dado las instrucciones para ahondar en los planes de protección al mayor en aquellos delitos de los que son víctimas preferentes. Pero ya antes de declararse el estado de alarma ya lo empezamos a profundizar. Como en la violencia de género; en torno a ella ampliamos los medios de seguimiento de todos los expedientes dados de alta en el sistema Viogen.

- Porque con el confinamiento sube la tentación del agresor. ¿Se recrudecerá esta violencia?

- Prevenimos que pueda ocurrir. Son situaciones de estrés para todo el mundo, y por eso tomamos medidas extraordinarias. Ya llevamos más de 3.500 actuaciones de seguimiento y control específico.

- ¿Se terminarán cerrando puertos y aeropuertos?

- Todavía no; se hará si es el momento oportuno. Los puertos ya se han cerrado bastante: los ferris y cruceros no atracan. Están exclusivamente para mercancías. Y por vía aérea ha disminuido mucho el tráfico...

- Por algún sitio nos tienen que llegar las mascarillas y los respiradores...

- Para eso tenemos los aviones del Estado y del Ejército si es preciso, y en ello estamos. Todos los medios del Estado están para eso.

- Ha visto el salvoconducto catalán, el "certificado autorresponsable" para los que tienen que salir de casa? ¿Es útil?

- No es un documento público, es un documento a rellenar por el propio ciudadano, que se autorresponsabiliza. Eso es un documento privado. Un documento público es aquel en el que una autoridad competente da fe de lo que está escrito. Ese documento es como cuando uno va a trabajar y, en vez de decírselo de viva voz al agente, se lo expone. Me gusta la autorresponsabilidad, eso es importante. Pero también lo es la solidaridad con el tercero: que los traslados fuera del domicilio sean los extraordinarios y excepcionales. Yo diría al ciudadano: no busquemos causas para justificar la movilidad, salgamos solo cuando no haya otro remedio.

- Ya van 157 contagiados en las Fuerzas de Seguridad. ¿Llegaremos en algún momento en tener que tirar de los agentes en la reserva o en las academias de policía?

- En proporción, el contagio es algo mayor entre los miembros de las Fuerzas de Seguridad. Por eso pido a los ciudadanos que no hagan la tontería, porque sus fuerzas de seguridad y sus médicos se juegan la vida. Si hay un positivo en una unidad, hemos aislado a policías, guardias, mossos que han tenido contacto con una persona contagiada, para protegerles. Porque su protección es lo primero. Pero no nos veremos sometidos a la necesidad que indica.

- El mundo de las prisiones vive horas de angustia, de tensión...

- Algunos de los responsables del ministerio venimos de la judicatura, y sabemos lo que es el mundo penitenciario, y lo que es la privación de libertad. Por eso adoptamos medidas con sensibilidad máxima, restringiendo las comunicaciones de los internos, pero ampliando las llamadas telefónicas. Y ellos entienden perfectamente que se les hayan limitado las comunicaciones, porque ello también son solidarios con los que están fuera, con sus familias y sus amigos que están fuera. Conocemos el trabajo que están desarrollando los funcionarios, y les protegemos desde el minuto uno, porque son nuestra preocupación, faltaría más.

- 'Ni pena ni miedo' se titulaba un libro suyo de reflexiones. ¿Hasta qué punto la pena y el miedo son una carga para este país en esta situación?

- La pena y el miedo siempre hay que dejarlos. Tengo sobrinos y sobrinos nietos, y solo quiero ver la meta, yo en este maratón estoy visualizando la meta, dosificando fuerzas. Por eso le decía que no quería gastar energías en el presidente Torra. No las gasto en mi familia, la gente que más quiero... como para gastarlas en aquellos que no quieren que lleguemos a la meta. Llegará el momento de la reflexión, y espero trasladarle a esos sobrinos que de todo esto salgamos unidos, más fuertes... mejores.