Como un huevo a una castaña. Los discursos pronunciados ayer por Angel Acebes y Eduardo Zaplana, los hombres fuertes de Mariano Rajoy en el partido y en el Congreso, apenas tuvieron puntos en común con la enérgica intervención inicial realizada por el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón. Los exministros Acebes, Zaplana y Jaime Mayor Oreja, eurodiputado del PP, se aferraron a la herencia política de José María Aznar y rechazaron ejercer la autocrítica que minutos antes había reclamado Gallardón.

Después de la irrupción del alcalde de Madrid, el 15º congreso del PP regresó a los cauces de la ortodoxia aznarista. Acebes, mano derecha de Rajoy en el PP y candidato a la secretaría general, inauguró su discurso con una encendida alabanza de Aznar: "Cumplió a carta cabal su promesa de no perpetuarse en el poder". El auditorio prorrumpió en una sonora ovación, la segunda que ayer cosechó quien a partir de mañana será el nuevo presidente de honor del PP.

LA SOMBRA DEL 11-M Ni una sola equivocación concreta reconoció Acebes, quien insistió en asociar el triunfo electoral obtenido por el PSOE a la masacre del 11-M en Madrid. Una vez más, defendió la "honestidad" con que el Gobierno de Aznar gestionó toda la información después de los atentados, y acusó a los socialistas de haber hecho "cálculos electorales" para "explotar la sacudida emocional".

INTENTOS DE LINCHAMIENTO Además de ensalzar la herencia dejada por Aznar en todos los terrenos, Acebes respondió a la intervención de Gallardón anteriormente, aunque sin llegar a citar su nombre, que el PP no debe caer en la autocrítica. "Algunos nos invitan a que nosotros mismos contribuyamos al desistimiento de nuestro proyecto político", opción que rechazó con el argumento de que el partido no puede asistir impertérrito a los intentos de "linchar a Aznar".

Acebes recurrió a un recurso retórico para admitir que el PP puede haber "cometido errores" y seguro que tiene "cosas que mejorar", pero no enunció ni unos ni otras. Sí sentenció, sin embargo, el hecho de que el partido no debe "abdicar de sus convicciones", ni caer en la "amnesia colectiva", ni tampoco permitir que sus logros "se borren de la memoria colectiva". La política del retrovisor, por tanto, continuará muy presente en la táctica llevada a cabo por los conservadores. De la misma manera que la crispación, arma a la que Acebes tampoco quiso renunciar ayer.

No contento con denunciar la "dependencia" del presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, de los "nacionalismos excluyentes", Acebes censuró también el "radicalismo" del Gobierno y denunció que practica una "revanchismo sin precedentes desde la restauración democrática". "El espíritu del 78 está siendo sustituido por la incitación a recordar el 36, fomentando, incluso con iniciativas institucionales, el recuerdo del escenario que desembocó hace 70 años en una guerra civil", denunció el exministro del Interior.

También el portavoz del PP en el Congreso, Eduardo Zaplana, expresó su "cariño, reconocimiento y admiración" a Aznar, y proclamó que el partido "tiene que sentirse orgulloso de su trayectoria". Y, de la misma manera que hiciera Acebes, salió al paso de la apuesta laicista de Gallardón, quien reclamó que el PP atienda "principalmente a las aspiraciones de los ciudadanos sin que sus propuestas se vean condicionadas por ninguna confesión religiosa". El portavoz parlamentario respondió que "nunca antes" se había "acosado" tanto a "quienes profesan la religión mayoritaria de España" desde que gobierna el PSOE.

´NO´ AL "REVISIONISMO" Similares reflexiones formuló Mayor Oreja, quien alertó al PP contra el peligro de iniciar una "política revisionista" de sus propios principios. Además de denunciar los "repugnantes" intentos de "linchamiento" de Aznar orquestados por los socialistas, el eurodiputado conservador advirtió a los populares: "No nos dejemos contagiar por la nada y la falta de proyecto del PSOE".