Pablo Iglesias e Íñigo Errejón empiezan a aterrizar la ambigüedad de unas diferencias que hasta ahora habían enunciado en algunos discursos y las plasman en dos documentos políticos hechos públicos este viernes que evidencian discrepancias de calado. Hay dos grandes disensos en la concepción política de lo que debe ser Podemos en adelante: la estrategia en la oposición y cuánto peso debe tener la protesta en la calle.

Iglesias no quiere pactos. Defiende que deben hacer una política diferenciada del resto de grupos, que “no se pueden parecer a los viejos partidos” y que su misión es llevar a los parlamentos las iniciativas que surjan de los movimientos sociales. Defiende que los podemistas no deben ser “políticos”, sino “activistas institucionales”. Errejón discrepa. Opina que deben aprovechar la minoría parlamentaria del PP para “aislar” a Mariano Rajoy. Consciente de que Podemos tiene 71 diputados frente a los 137 de los conservadores, propone dialogar con “habilidad” con el PSOE (85 diputados), abandonar la “obsesión” por la “revancha histórica” y hacer palanca con ellos para derogar las leyes del PP. Defiende que el objetivo es presionar al Gobierno y“liderar acuerdos” con otras fuerzas para impulsar una “agenda patriótica”, que incluya los anhelos y necesidades de la población.

PARLAMENTO: FOLKLORE O MAQUILLAJE

Errejón cree que si el PSOE se alinea con el PP, deben hacerles pagar el coste político, pero cree que Podemos no debe encerrarse en una unidad de la izquierda “folklórica” sino empezar a ser útil a la sociedad con las reglas del juego que los electores eligieron el 26-J y dejar de “perder el tiempo” ahora que los socialistas carecen de líder. Iglesias discrepa. Defiende que fue correcto no pactar con Pedro Sánchez y considera que deben diferenciarse de un PSOE que actúa como el “ministerio de maquillaje social del Gobierno”.

La segunda discrepancia evidente es el papel que ambos dirigentes confieren a la protesta social. Iglesias quiere que Podemos cabalgue a los lomos de las manifestaciones, cree que el partido debe “reforzar” esos movimientos y “tejer una red de contrapoderes de base que anude las luchas sociales”. Con esta estrategia aspira a conseguir 100.000 militantes y un millón de inscritos. Su objetivo es recuperar el desborde ciudadano con gente organizada y activa enpermanente movilización en las calles.

CIERTO ORDEN

Errejón considera que el 15-M demostró que los partidos no pueden decretar protestas sociales y sino solo surfear las oleadas si se producen. Y él no cree que esto vaya a suceder. Considera que la movilización social está “bajo mínimos” y que Podemos no debe encerrarse en una coraza “resistencialista” para pasar el “frío invierno” de la oposición. Iglesias asegura que el “bloque social” es imprescindible para la victoria. Errejón cree que el 26-J demostró que la gente que quiere cambio también pide “un cierto orden” y que la misión de Podemos es demostrar, desde la oposición, que pueden gobernar, derogar leyes y no solo ser irreverentes y exhibir camisetas en el hemiciclo.

El secretario general opina que el Gobierno no es “tan débil” como vaticina Errejón, recuerda el derecho que tiene a vetar iniciativas que superan el presupuesto, y cree que lo que aprueba la oposición es muchas veces “papel mojado”. Errejón opina que la crisis de régimen no está cerrada y que el partido debe empezar a ser útil para sacar a los que creyeron en el cambio de la “resaca por la ilusión” que vivieron para transformar la frustración en nuevas expectativas de futuro.

Ambos defienden que Podemos puede ganar las próximas elecciones, pero los rumbos que trazan para llegar a ese destino son significativamente dispares.

ADMISIÓN DE ERRORES

Ambos admiten, también, errores. Iglesias reconoce que no supo trasladar que la oferta de Gobierno a Pedro Sánchez fuese “creíble” y critica la estructura del partido. Demasiado poder, dice, para las tres “macrosecretarías”: la suya (General), la de Errejón (Política) y la de Pablo Echenique (Organización). Y pide que dejen de existir corrientes internas para no convertir a Podemos en una “coalición de familias” que compara con las baronías del PSOE.

Errejón opina que la en la construcción apresurada del partido no se integró bien a los críticos, no hubo suficiente separación de poderes orgánicos y no hubo una proporcionalidad en el género de los cargos. Ahora proponer enmendarlos y transformar a Podemos de máquina de guerra electoral a movimiento popular. Ambos detallaran esta propuesta orgánica en los próximos días en un documento organizativo.

MUNICIPALES E IU

Mientras Iglesias advierte que igual que reclama el derecho a decidir para Cataluña dentro de un marco de plurinacionalidad, quiere también que sea la militancia la que siga decidiendo. Recuerda los referéndums internos (en los que siempre se ha impuesto su criterio, bajo la amenaza eso sí de abandonar su cargo si no ganaba) y propone que sean las asambleas ciudadanas las que decidan si Podemos se presente como partido a las elecciones municipales. En 2015 no lo hizo y apoyó a fuerzas como Barcelona en Comú o Ahora Madrid que gobiernan ambos ayuntamientos. Errejón sostiene que fue una decisión correcta e Iglesias quiere que ese veredicto lo den las bases.

El secretario político ciñe la colaboración con IU a eventuales alianzas electorales que en todo caso necesitarían el refrendo previo de la militancia. Iglesias ni siquiera cita a la formación de Alberto Garzón y se limita a hablar de “bloque político y social alternativo”. Las posibilidades de fusión o integración deberán estar detalladas, en todo caso, en el documento organizativo, que aún están elaborando.