La vida interna del PNV está que arde. Josu Jon Imaz ha desautorizado públicamente y por segunda vez en una semana la actuación de Joseba Egibar, que, como alcalde de Lizartza (Guipúzcoa), ha dado entrada en la corporación que preside a personas vinculadas a la izquierda aberzale. La dirección del partido espera "reconducir" mañana la situación en la reunión habitual del Euskadi Buru Batzar (EBB).

Los dos dirigentes mantienen el pulso de enero por la presidencia del partido. La pugna estuvo soterrada hasta que Egibar logró en mayo el apoyo mayoritario de las bases guipuzcoanas. Y cuando el antes portavoz peneuvista ha asegurado su presencia en la cúpula --los presidentes de las regionales son miembros del EBB--, el lío ha comenzado.

Nada más ser confirmado jefe de Guipúzcoa, Egibar dio el 1 de julio calabazas a la oferta de pacto que el alcalde de San Sebastián, Odón Elorza (PSE), realizó al PNV para asegurar la gobernabilidad del ayuntamiento. Además descartó que su partido pudiera alcanzar alianza alguna con los socialistas mientras mantengan el pacto antiterrorista con el PP. Ese rechazo fue inmediatamente matizado por Imaz.

Primer correctivo

El presidente del EBB reconoció la dificultad de lograr "acuerdos de fondo" con el PSE, pero no descartó pactos "puntuales" de carácter local que "faciliten los intereses generales de la ciudadanía". Fue un suave correctivo, pero suficiente para demostrar que es el EBB quien decide.

Era un primer aviso con amonestación pública, pero Egibar no se impresionó. La pasada semana decidió que tres miembros de la izquierda aberzale de Lizartza, dos de ellos integrantes de la lista ilegalizada por el Supremo en las pasadas municipales, puedan ser concejales.

Así lo ha solicitado a la Junta Electoral Central amparándose en las modificaciones legales que se acordaron para que personas no electas pudieran ser designadas ediles. Esta reforma se pactó para facilitar el trabajo de los amenazados del PP y del PSE en ayuntamientos vascos.

Imaz declaró que el EBB se había enterado "por la prensa" de que Egibar cedía tres de las siete concejalías obtenidas por el PNV. Recalcó que esta actuación no se atiene a los criterios que fijó la ejecutiva cuando la presidía Arzalluz.

Dos desautorizaciones en siete días son demasiadas para un partido que desde la escisión de 1986, la que dio lugar a Eusko Alkartasuna (EA), rehuye polémicas públicas. Acostumbrados a resolver las desavenencias puertas adentro, el enfrentamiento Imaz-Egibar levanta preocupación en la militancia.

"No nos van a quemar las llamas", se asegura en medios peneuvistas. "Reconduciremos la situación", resumen los más altos dirigentes. Nadie quiere especular con expedientes o tribunales internos porque, desatada la guerra, el enfrentamiento puede enconarse.