Apuntaba maneras la semana como para pensar que el 1-O empezaría realmente dos días antes, con prematuro «alboroto» (que diría Mariano Rajoy) en centros elegidos como punto de votación. Una orden inicial de la fiscalía que instaba a los Mossos a precintar los colegios electorales desde lamisma tarde del viernes activó de nuevo el ingenio del independentismo para resistir ante cualquier desalojo con todo tipo de iniciativas lúdicas como excusa. Más tarde, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) evitó poner fecha y hora al cierre con tal que se produjera antes del referéndum, pero muchos voluntarios decidieron quedarse en los recintos por si acaso. Resultado: agentes de la policía autonómica se personaron en la tarde de ayer en más de 2.200 locales, casi la totalidad del número de puntos de votación previstos (2.315).

En algunos comentaron a los asistentes que no debería quedar nadie el domingo por la mañana y que no debían organizar nada relacionado con el plebiscito, en otros solo levantaron acta, y en ningún caso se expulsó a los presentes. Calma chicha.

Fiestas de pijamas, talleres musicales, observación de estrellas, bailes, partidos de fútbol, canciones populares, cursillos de dibujo, carreras de sacos, caceroladas, sesiones de ganchillo, cenas... Centros educativos de toda Cataluña tiraron de imaginación para mantener ocupados los colegios todo el fin de semana.

Aunque la consejera de Enseñanza, Clara Ponsatí, asumió esta semana la dirección de los centros de enseñanza en un intento de reducir riesgos judiciales para los directores, decenas de ellos se implicaron en algunos casos; en otros estos rehusaron la responsabilidad y fue un grupo de profesores el que la asumió. También los hubo que contaron con el apoyo de las asociaciones de madres y padres. Fueron esas personas las que recibieron (y despidieron) a los agentes al acabar las clases. Ambiente festivo y plena cordialidad por por parte de la policía.

CONTEMPORIZAR

El mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, ya había evidenciado en una orden interna a todo el cuerpo la política de contemporización a seguir. La instrucción empieza remarcando que «el uso de la fuerza, ante conductas de desobediencia pasiva, no podrá ir más allá del acompañamiento de personas hasta el exterior del centro o de permitir que se abra un pasillo que deje acceder a la policía a fin de hacer las comprobaciones y las acciones ordenadas en el auto judicial (del TSJC). En ningún caso deberá usarse la defensa policial (la porra, traducido del argot), extensible, u otros elementos de naturaleza similar para llevar a cabo estas acciones».

Permitido el uso de la violencia solo para autodefensa de los propios agentes o para socorrer a otras personas, Trapero indica en el documento que si los agentes visitan un centro y comprueban que se están llevando a cabo tareas de preparación del referéndum, deberán identificar a las personas implicadas y confiscar todo el material relacionado con el plebiscito. Nada de eso ocurrió en los diferentes colegios e institutos visitados a lo largo de la tarde de ayer por los Mossos.

HORAS CALIENTES

La instrucción del major también hace referencia a las horas calientes previas a la apertura prevista de los puntos de votación, pero guarda cierta ambigüedad. A las seis de la mañana, indica, los agentes deben «comunicar» a los presentes que tienen que abandonar el local de acuerdo con lo que dictan los jueces tras la suspensión del 1-O dictada por el Tribunal Constitucional.

El máximo responsable de la policía autonómica no aclara cuál debería ser la actuación de los policías en el caso de que haya personas que opongan resistencia. Solo subraya que si una concentración en el interior o exterior de un recinto impide el acceso de los policías al recinto o que lleven a cabo tareas de identificación y confiscación, la sala de mando optará por activar agentes de la policía local o recursos de apoyo «contemplados en el auto judicial». Con esto último se refiere a las unidades del Cuerpo Nacional de Policía o de la Guardia Civil. Es decir, si la concentración ciudadana impide la labor de los Mossos, estos terminarán pidiendo ayuda a los otros cuerpos.