En el acto solemne que el rey Juan Carlos protagonizó ayer en el Parlamento de Chile, en su primera visita a este país tras la crisis originada por el caso Pinochet , la sombra del dictador estuvo presente. "Sentimos una profunda pasión por la democracia", proclamó el monarca para alertar de la necesidad de cuidar don tan preciado: "La valoramos (la democracia) como algo precioso que nunca puede darse por sobreentendido, sino que debe defenderse cada día". Previamente a su intervención ante los parlamentarios, Juan Carlos mantuvo una entrevista de media hora de duración con el presidente chileno, Ricardo Lagos.

Juan Carlos elogió los "ejemplares procesos de transición política" vividos por ese país y por España. El Rey pronunció su discurso en Valparaíso, donde llegó con 40 minutos de retraso. "Dicen algunos que la puntualidad es la cortesía de los reyes", se disculpó el monarca español. Entre los asistentes se hallaba Isabel Allende, hija del presidente asesinado durante el golpe de Estado del año 1973.

"SIN TRAUMAS" A pesar de que la Constitución chilena nació con rémoras impuestas por Augusto Pinochet --hace seis meses aún se aprobaba una reforma que quita a los militares chilenos la calidad de exclusivos garantes de la constitucionalidad-- Juan Carlos resaltó cómo España y Chile se han reintegrado a la democracia "pacíficamente", "sin traumas sociales ni económicos".

El Rey alabó la Constitución española por haber propiciado un "fecundo periodo de paz y progreso", mientras que Allende hizo lo propio y añadió un reconocimiento al papel del Monarca español en la transición y, en concreto, durante la intentona golpista del 23-F.

Allende agradeció a España que acogiera a los exiliados de la dictadura de Pinochet, igual que Chile hizo con los de la guerra civil española. Muchos de esos exiliados chilenos son los que más luchan para que se juzgue a Pinochet.