Corren por internet unos versos, de autor incierto, que dicen: «No hay mayor temor para un gobierno conservador que un abuelo cabreado con el bastón en la mano, dispuesto a mostrar enojo ejerciendo su voto». Las letras han llegado a Entre Todos de EL PERIÓDICO a través de cartas de lectores, vehículo preferente por el que los ciudadanos hace tiempo (años) que expresan su enorme malestar por la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones. Malestar es un eufemismo: los jubilados no están molestos. Están indignados, profundamente cabreados, tanto como esos jóvenes que un 15 de mayo ocuparon las calles y las plazas al grito de «no hay pan para tanto chorizo». Por eso, después de dar un aviso, el sábado mandarán un mensaje en toda regla: la Coordinadora Estatal en Defensa del Sistema de Pensiones, la Plataforma de la Gent Gran de Catalunya y los sindicatos han convocado más de un centenar de movilizaciones en España para exigir pensiones dignas y su revalorización conforme a la evolución del Índice de Precios de Consumo (IPC). Se espera que las manifestaciones sean multitudinarias. Indignados, los jubilados van a hacerse oír.

INJUSTO E INMORAL

«Nos quejamos de no tener lo que nos merecemos, y no por el trabajo realizado sino por ley ( artículo 50 de la Constitución ). Es injusto, inaceptable, inmoral, vergonzoso y, lo más importante, inconstitucional», escribe Agustí Soberano, presidente del Partido de los Pensionistas en Acción. «Las propuestas inconcretas que ha lanzado el presidente del Gobierno no son más que cortinas de humo para salir del paso y de la presión que siente en el cogote a raíz de las masivas manifestaciones, además de un intento desesperado para conseguir que los otros grupos le faciliten la aprobación de los presupuestos. Una vez más, los pensionistas quedan sin respuestas a sus demandas. Una vez más, miles de pensionistas (y futuros pensionistas) saldrán a las calles para continuar con la lucha, hasta que su clamor obligue a la clase política a sentarse a debatir seriamente, y aparque los fines partidistas», advierte José Manuel Fernández-Arroyo, asesor laboral de Barcelona.

No hace falta ser economista para intuir qué está sucediendo con las pensiones. Los jubilados que ya lo son o los que se acercan a serlo hace tiempo que se han dado cuenta, no en vano en estos años de crisis muchos de ellos han visto a sus hijos quedarse en paro y a sus nietos irse a buscarse la vida al extranjero con sus títulos universitarios en el capazo. Durante años, la pensión del abuelo ha sido en muchos hogares el único ingreso en medio de paro y empleo precario. Durante años (desde la reforma del 2013), esa pensión solo ha aumentado anualmente un 0,25%, lejos del IPC. Con más o menos detalles, los jubilados saben que el sistema funciona sobre la base del reparto -los beneficiarios de hoy cobran lo que aportan los cotizantes de hoy- y no de la provisión (no cobra lo pagado durante su vida laboral). Y no hace falta ser, por decir algo, Luis María Linde, gobernador del Banco de España, para ver que si entre sus hijos y sus nietos se impone el modelo laboral ‘low cost’ las cotizaciones a la Seguridad Social bajan y el sistema sufre. Si a eso se le añade que la generación del ‘baby boom’, con sus sueldos anteriores a la crisis, empieza a jubilarse, la crisis del modelo está servida.

MALA GESTIÓN

Lo que resulta muy difícil de hacer entender a los jubilados, tal vez porque no hay explicación, es que esta tormenta perfecta sea inevitable. Y apuntan, sobre todo, a la (mala) gestión del Gobierno. «Y resulta que estos gobernantes de hoy, esgrimiendo sin sonrojo su fracaso, nos dicen que no hay margen para subidas, que ha mermado el ratio de activos y jubilados y que esos fondos están distraídos, y que, de no ser por su abnegada gestión, España habría sido rescatada, cuando ha sido una tropa de insufribles políticos de todos los colores quienes la han secuestrado y expoliado. Y si esta película termina así, habrá que titularla ‘La gran estafa’», denuncia Eduardo López, técnico industrial de Terrassa. «El Gobierno ha vaciado la hucha de las pensiones y comenta que no hay dinero para seguir pagando, las subidas son irrisorias quedan en nada, al subir los precios de todo lo que consumimos a diario (...) Me parece vergonzoso que jueguen con las pensiones y los jubilados. Señores políticos, pónganse a trabajar por el bien de todo el país», escribe Antonia Cedillo, administrativa de Barcelona.

Tiene un problem a el Gobierno de Mariano Rajoy: muchos jubilados no compran que la única forma de gestionar las pensiones sea con un 0,25% de subida cada año, promover los fondos privados, ir vaciando la hucha para otros menesteres y escuchar comentarios hirientes, clasistas, a lo Linde y Celia Villalobos. La ideología existe, y marca la gestión. Los miles de jubilados que saldrán el sábado a la calle acusan al Gobierno de mala gestión, y a la oposición de escasez de ideas. Pero en el mundo de los rescates a la banca y de casos Gürtel, Púnica, ERE y demás , cuesta convencerles de que ese 0,25% es lo máximo que nos podemos permitir. Los jubilados están indignados. Veremos qué consecuencias tiene su indignación.