Tras cuatro meses de manifestaciones y dos días de paro patronal, el 11 de abril del 2002 una gran marcha contra el presidente venezolano, Hugo Chávez, fue desviada hacia el palacio presidencial de Miraflores, defendido por seguidores del gobernante. Del tiroteo, provocado por francotiradores y aún por esclarecer, en el que murieron 19 personas, surgió un Gobierno presidido por el empresario Pedro Carmona y apoyado por los militares que detuvieron a Chávez.

Los embajadores de Estados Unidos, Charles Shapiro, y España, Manuel Viturro, fueron los únicos en presentarse, juntos, para felicitar al Gobierno, presidido por quien pasó a la historia popular como Pedro El Breve .

Primer llamamiento

Ambos gobiernos expresaron conjuntamente el día 12 su "interés y preocupación" por la situación que vivía el país e hicieron un llamamiento para que cesara la violencia. El presidente del Gobierno español, José María Aznar, que entonces actuaba como presidente de turno de la UE, contactó ese mismo día con el golpista Carmona para transmitirle la necesidad de que el país recuperara la normalidad y lograra la consolidación institucional, según informaron entonces fuentes de la Moncloa. El día 18, Aznar reconoció que, además, había transmitido a Carmona la petición de Cuba de que dejara que Chávez abandonara el país.

El paso adelante de EEUU y España de entablar diálogo con Carmona no fue secundado por 18 países de la Organización de Estados Americanos (OEA) a los que el comunicado pedía apoyo para "asistir a Venezuela en la consolidación de las instituciones democráticas", ya que estos países denunciaron que lo que se había producido era un golpe de Estado y se negaron a reconocer o entablar contacto con los nuevos dirigentes.

El fracaso del golpe dos días después obligó al Gobierno español a efectuar una pirueta diplomática y expresar a través del ministro de Exteriores, Josep Piqué, la ayuda de España a "recuperar la estabilidad". La visita del embajador a Carmona fue justificada por fuentes diplomáticas no como un gesto de apoyo a los golpistas, sino para recabar información. El PSOE, entonces en la oposición, recomendó "una clarificación democrática a través de una convocatoria de elecciones".

Petición de explicaciones

El 18 de abril, siete días después del golpe, el presidente de la comisión de Exteriores del Senado venezolano, Tarek William, pidió explicaciones al Gobierno español de "por qué favoreció a grupos opositores en contra de Chávez". William exigió a España, a través de un comunicado oficial, "cuál es su posición sobre Venezuela". Aznar dijo que había hablado telefónicamente con Chávez y afirmó de forma escueta que la charla había sido "muy interesante y extensa", pero no respondió al emplazamiento.

Ese mismo día en el Congreso, Aznar rechazó las acusaciones del líder de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, de que el Gobierno no había condenado el golpe, sino que había intentado justificarlo. Aznar se defendió argumentando que el comunicado conjunto con EEUU se limitaba a pedir el restablecimiento de la normalidad democrática y confirmó que había transmitido a Carmona la petición de Cuba de que facilitara la salida del país a Chávez.