Raül Romeva, Pere Aragonès, Marta Rovira en la pantalla, Gabriel Rufián bebiendo agua tras intervenir. Y Oriol Junqueras. ERC tardó lo justo en poner toda su artillería encima de un escenario. Ante 120 personas ataviadas con mascarilla, en Badalona, el líder del partido, que no ‘mitineaba’ en una campaña de los republicanos desde 2016, trazó un discurso de tono comedido, pero punzante, al principio y encendido como no se le recordaba justo para cerrarlo.

“De la misma manera que nos han silenciado, soy consciente de que ahora mismo están haciendo todo lo posible para volvernos a encerrar. Porque nos tienen miedo”, aseveró el líder republicano en el inicio de su intervención.

Y como para demostrar que pese a los años transcurridos lejos de los micrófonos públicos él no ha perdido sus dotes vaticanistas, Junqueras lanzó varias invectivas que bien podrían dirigirse a la posconvergencia. Siempre a discreción del lector.

“Es mucho más útil ser más que ser menos pero más puros”, dijo, antes de afirmar que estas elecciones pueden vencer “los de siempre para hacer lo de siempre, y ya sabéis de quién hablo” o bien su fuerza, que presentó, por resumir, como el partido de la gente común o normal.

90º aniversario republicano

También sacó pecho de que su partido vaya a cumplir 90 años, en marzo, “sin un solo caso de corrupción”. “Lo saben, por eso nos represalian”, añadió, acto seguido. Somos el partido más perseguido de la historia de Cataluña, ya desde los años 30. Y no es casualidad”.

Y el final, que levantó a los asistentes de su asiento. Tras señalar que “el país” necesita que gane ERC, añadió, a grito pelado, que los republicanos “están dispuestos a darlo todo”, incluso “su libertad”

La vía definitiva

Antes, Pere Aragonès había nombrado a su adversario, en este caso, el socialista Salvador Illa, al que definió como “el candidato de Vox, del 155, de Ciudadanos, de la Fiscalía y del TSJC (por el no aplazamiento de las elecciones)”.

El presidenciable también aseveró, sobre su vía pragmática a la independencia, que “no es la vía más fácil, pero, eso sí, es la definitiva”.