El presidente de ERC, Oriol Junqueras, ha optado por la política para defenderse de la acusación por rebelión que pende sobre él. Y no ha querido arriesgarse a que la fiscalía le impidiera hacer el discurso que tenía preparado tras año y medio en prisión sin poder dirigirse a la sociedad. Solo contestó a las preguntas de su abogado, lo que le permitió extenderse, en un tono similar al que habría utilizado en el Parlament, en explicar su apuesta por el diálogo para lograr la independencia de Cataluña ante la que solo ha encontrado una «silla vacía».

«Estoy convencido de que se me acusa por mis ideas y no por mis hechos», dijo para declararse «un preso político» al que se juzga «en un juicio político», fue como pareció querer justificar que no contestaría ni a la acusación pública del fiscal y la Abogacía del Estado ni a la de Vox. Más tarde las acusó de «retorcer la argumentación» para acusarle. «Desde mi punto de vista nada de lo que hemos hecho es delito. Las urnas son imprescindibles en cualquier solución. Votar no es un delito, impedirlo por la fuerza, sí. El 9-N a nadie se le ocurrió impedirlo por la fuerza, lo que desgraciadamente sí pasó el 1-O. Las urnas son la solución y la independencia de Cataluña es legítima», proclamó.

Aclarado el «placer» que le supone poder hablar en castellano (al no permitirse la traducción simultánea, sino la consecutiva en el juicio), Junqueras resaltó que en los 88 años de historia de ERC nunca ha tenido un caso de corrupción. Comparó lo ocurrido en otros países para declararse partidario de «dar una salida política a las reivindicaciones «de independencia siempre que sean respetuosas con los derechos humanos» y comprometerse a seguir intentando «una salida política, sea cual sea al resultado de este proceso».

Para negar la violencia, necesaria para que exista el delito de la rebelión, por el que la fiscalía pide para él 25 años de cárcel, llegó a decir que para él son más importantes ciertos valores, como «preservar la convivencia y el progreso económico y social», que un objetivo político concreto. «Estoy convencido de que la mejor forma de preservar este tipo valores es la república», pero «antes que demócratas somos buenas personas».

MOVILIZACIONES PACÍFICAS

Su lamento fue que al otro lado de la mesa de ese diálogo durante años solo ha encontrado una falta de interlocución por parte del gobierno central, cuya reacción consistió en «trasladar el debate a los tribunales». En este sentido, destacó el «carácter ejemplar de las movilizaciones celebradas desde 2010, no desde el 12, como dice el fiscal». A continuación añadió que siempre se han desarrollado «sin el más mínimo incidente», de forma «respetuosa y pacífica» hasta las relativas a «las elecciones impuestas del 21 de diciembre», en las que «a pesar de las condiciones en que se celebraron se obtuvo una mayoría independentista». El candidato de ERC a las europeas identificó automáticamente ello con que «esto no se resuelve poniendo gente en la cárcel».

Junqueras estaba tan relajado ante el tribunal que hasta inició su relato de los hechos con la sentencia del Estatut del Tribunal Constitucional que, dijo, provocó una sensación de «orfandad» en la sociedad y «marcó un punto de inflexión» en tanta gente que determinó que empezaran a apostar por una consulta popular.

"AMO A ESPAÑA"

Hasta quiso explicar: «Yo amo a España», aunque sea «republicano catalán» por «un reconocimiento entre iguales». Y a la pregunta de por qué mantuvieron el 1-O pese al veto del Constitucional sostuvo que su «obligación es proteger los derechos de los ciudadanos, entre los que está el de votar», al igual que figura el de huelga.

Tras dejar caer que fueron los Mossos quienes le impidieron votar en el colegio que le correspondía, se preguntó: «¿De que servía cerrar un colegio electoral, si era evidente que todos los que querían votar podían ir a otro local?». De ahí que considere «evidente» que «el objetivo de esa violencia no era para impedir la votación, sino para generar un ambiente de crispación».

A su juicio, era «imposible prever con la experiencia previa que los miembros de la Guardia Civil actuasen con una violencia innecesaria» el 1-O, porque desde luego por su parte se cansó de repetir la palabra «nunca». «No puede haber ninguna duda de que nunca hemos tenido un comportamiento que no fuera de pacifismo y civismo».

Junqueras justificó la declaración de independencia con la necesidad de dar cumplimiento al mandato de las elecciones de 2015 y después del 1-O. Explicó la situación en la que se encuentra con su intención de «asumir responsabilidades, para que no se le exijan a nadie más», lo que hubo quien interpretó como un mensaje al huido Carles Puigdemont. Él no lo mencionó y se limitó a insistir en que esas responsabilidades «obviamente son políticas, no penales, ya que su actuación no puede ser delito».

«Asumí ir a la cárcel y que a lo mejor me tenía que pasar un año y medio sin poder hablar», remachó justo antes de añadir que «todos necesitamos una solución; la ciudadanía, la catalana, la demócrata. Y que este voto sea respetado». Cerró su declaración con un «promover la independencia» no es ilegal, aunque haya partidos políticos que lo propugnen. «Ni lo es ni lo era ni lo debe ser».