-Muchos catalanes solo ven una salida: un referéndum de autodeterminación acordado con el Estado, posibilidad que el PSOE y la mayoría de los partidos españoles rechazan de plano. ¿Tiene arreglo el conflicto independentista?

-Tanto el independentismo como la derecha saben que la independencia no se va a producir. Por eso lo que a nosotros nos preocupa es la convivencia, que es la que se ha fracturado, porque en muchos hogares de Cataluña no se puede hablar de política. El rechazo a unos Presupuestos que eran buenos para España pero también lo eran para Cataluña ha demostrado que el independentismo gobierna contra Cataluña, ha renunciado a resolver los problemas cotidianos y ha antepuesto un referéndum por la independencia a cualquier otra consideración. Yo creo que el conflicto sí tiene solución, porque Cataluña necesita lo mismo que España: moderación, estabilidad y diálogo. Nosotros, dentro de la Constitución, vamos a hablar siempre con el resto de las fuerzas parlamentarias, pero lo que no se nos puede pedir es que transgredamos esas normas de convivencia que son la Constitución y el Estatut.

-A menudo se reprocha a las fuerzas independentistas que intenten imponer su proyecto pese a carecer de una mayoría social que lo avale. ¿Pero cambiaría alguna cosa si en lugar de tener el 47% de los votos sumaran el 55% o el 60%?

-Pero es que la democracia no es tirar una moneda al aire, a ver si sale cara o cruz. No es una decisión binaria. Un ejemplo es el del Reino Unido, que está a las puertas de un brexit que no sabemos si va a ser abrupto u ordenado, con un sistema político que ha implosionado y una dirigencia política que llevó a un callejón sin salida a su sociedad y que la ha partido en dos mitades, con millones de británicos pidiendo un segundo referéndum. ¿Qué se les está ofreciendo? Un futuro incierto e inestable. Y eso ocurre en un país de salida de la Unión Europea y que tiene su propia moneda.

-¿Cuál es su receta para Cataluña?

-El desafío es restaurar la convivencia y recuperar la confianza y la lealtad entre instituciones. Nosotros lo hemos hecho, pero desgraciadamente lo que hemos visto con el rechazo a los Presupuestos es que el independentismo, sobre todo sus elementos más ultras, viven mejor con el PP en el Gobierno. Se han demostrado tres cosas. Primera, que el Gobierno de España dialoga siempre, pero en el marco de la Constitución; cuando se ha planteado algo fuera de ese perímetro hemos dicho que no. Segunda, que la derecha es desleal con el Estado, porque usa el conflicto catalán como elemento de confrontación con el Gobierno y porque su propuesta de un 155 permanente revela la ausencia de proyecto para Cataluña y para España. Y tercera, que el independentismo vive mucho mejor con el PP en el poder, porque confronta. Y ahora, por fortuna, no hay un Gobierno que quiera confrontar con la Generalitat, sino que intenta activar los mecanismos de colaboración y buscar una solución. Esta no va llegar a corto plazo, quizá sí a medio, y necesitará mucha confianza, lealtad, diálogo, generosidad y sentido de Estado. Pero ni la derecha ni el independentismo quieren ayudar a resolver este problema, quieren enquistarlo.

-Pero esa solución, que podría ser un nuevo Estatut, tampoco concita consenso en Cataluña. Estamos en un callejón sin salida.

-Porque el liderazgo de Quim Torra en el Govern y el de Inés Arrimadas en la oposición no lo propicia. Para empezar, la líder de la oposición y ganadora de las elecciones renunció a presentarse a la investidura y a trascender la política de bloques que marca la política catalana estos años. Luego tenemos a un president de la Generalitat más pendiente de contentar a los elementos más extremos del independentismo que de representar al conjunto de los catalanes. El episodio de los lazos amarillos es el paradigma de lo que estoy diciendo: es la apropiación por parte de un movimiento político o partidario de las instituciones que deben representar a todos los catalanes. El 28-A, los catalanes tienen la oportunidad también de demostrar que esa pantalla ya está pasada, que no quieren más confrontación ni crispación, sino resolver sus conflictos y garantizar la convivencia, que ahora mismo está en riesgo.

-Con los lazos, Torra ha cruzado por primera vez la línea roja de la legalidad. ¿Teme que la Generalitat explore de nuevo la senda de la unilateralidad?

-Ese camino ya saben adónde lleva. El Estado democrático y de derecho ha demostrado tener en su Constitución elementos suficientes para restaurar cualquier quiebra unilateral del marco estatutario y constitucional. Quienes planteen la unilateralidad deberán explicar a sus ciudadanos por qué lo hacen.

-Está hablando del 155.

-Sí, estamos hablando del 155, un instrumento perfectamente legítimo, constitucional y homologable a otras democracias semejantes a la nuestra. Si la Generalitat vuelve a la unilateralidad, el Gobierno de España actuará con serenidad, sosiego y proporcionalidad. Pero eso no está en nuestro ánimo, sino justo lo contrario. Queremos curar las heridas, no ahondar en ellas como hace el independentismo y también la derecha, con su propuesta de un 155 permanente y sin consenso, que supondría el cuestionamiento de nuestro Estado autonómico. No se me ocurre mayor despropósito.

-En la Declaración de Pedralbes, Gobierno y Generalitat fijaron las bases para el diálogo, relator incluido. ¿No intuyó la reacción adversa que iba a surgir de su partido?

-En el comité federal del PSOE siempre he encontrado un amplio respaldo cuando se ha hablado de Cataluña. Cuestión distinta son algunos exlíderes e incluso líderes territoriales. Pero es que ellos gobiernan autonomías; yo gobierno el país y por tanto tengo que incorporar todas las miradas a las decisiones que toma el Gobierno. Siempre he dicho que Cataluña tiene un problema: que su Estatut no es el que votaron los catalanes. Esa votación de los catalanes debe ser la legitimación de un nuevo Estatut. Lo que une a la sociedad catalana no es la independencia ni dejar las cosas como están, sino el autogobierno. Pero esa es la responsabilidad de la sociedad catalana y de sus representantes políticos; la del Gobierno es facilitar el diálogo y el encuentro. En Cataluña, los únicos que apuestan por ese camino son el PSC y la marca de Podemos.

-¿Retomará la Declaración de Pedralbes tras el 28-A?

-El 28-A empieza una nueva legislatura, y todos tenemos que aprender de lo ocurrido. A mí no me gusta tropezar dos veces con la misma piedra. Con la Constitución en la mano, vamos a hablar con la Generalitat, pero el independentismo tiene que hacer una reflexión, también a la luz del juicio del procés en el Tribunal Supremo. ¿Lo hicieron todo bien? ¿No tienen que asumir ningún tipo de responsabilidad? ¿La quiebra de la legalidad estatutaria, en septiembre del 2017, es un ejemplo de democracia europea? Sería muy valiente por parte del independentismo decirle a los ciudadanos: «La independencia sabemos que no es posible, no os hemos dicho toda la verdad y queremos volver a la vía constitucional y estatutaria». A mí me piden que sea valiente, y estoy dispuesto a dar pasos en pos de la convivencia, pero el independentismo no lo está siendo ni está diciéndoles la verdad a los catalanes.

-Su Gobierno acercó a los políticos independentistas a cárceles catalanas y la Abogacía del Estado relevó al responsable de la causa del ‘procés’ por su negativa a retirar el cargo de rebelión durante el juicio. ¿Fueron cesiones al independentismo y no han sido correspondidas?

-El propio independentismo dijo que no eran cesiones. Es más, con el anterior Gobierno, la Abogacía pensó en no personarse, y luego quiso hacerlo solo por malversación. Este es un Gobierno constitucionalista que no confronta y ha activado todos los mecanismos de diálogo con la Generalitat. También apostamos por el diálogo entre partidos. Primero, con una comisión en el Congreso que rechazaron el PP, Cs y el independentismo. Luego, al proponer una mesa de partidos en el Parlament que el independentismo despreció, presentando aquellos 21 puntos inasumibles, y a la que tampoco fueron Cs ni PP. ¿Cómo interpretan la política estas fuerzas?

-¿Considera que Esquerra y Junts per Catalunya son unos socios fiables para la próxima legislatura?

-En esta legislatura hemos aprobado muchas leyes con ellos, también con Cs y PP. La política es una cuestión de prioridades, y el independentismo ha priorizado el conflicto frente al diálogo sobre medidas necesarias para los ciudadanos, como las inversiones en Cataluña, la subida del salario mínimo o la revalorización de las pensiones. ¡Y ahora piden que les actualicemos las entregas a cuenta!