El Ejecutivo ha actuado con diligencia a la hora de dejar sin efecto el decreto que fijaba el calendario de aplicación de la ley de calidad de la enseñanza (LOCE), una norma que el Gobierno del PP se empeñó en sacar adelante en medio de las protestas de buena parte del sector educativo, a la espera de poder elaborar una nueva ley orgánica que corrija los aspectos más denostados de la LOCE.

La congelación del decreto deja sin efecto la implantación de los itinerarios en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), de modo que, a partir de septiembre, los alumnos de tercer curso (14-15 años) no van a ser separados en grupos en función de su rendimiento. Y la asignatura de Religión no tendrá una alternativa obligatoria de nuevo cuño en la que los estudiantes también reciban nociones de religión, como pretendía el anterior Gobierno del PP.

Por contra, el Ministerio de Educación que dirige María Jesús Sansegundo no se atrevió a aparcar algunas de las medidas, como la repetición de curso, también en la ESO, con tres suspensos, o la obligatoriedad de concertar las aulas privadas de P-3 (niños de 3 años).