Esperanza Aguirre llegó a la política de Madrid con un escándalo y se va con otro. Del tamayazo al caso Lezo. De los sospechosos fines de dos tránsfugas del PSOE a una investigación que ha llevado a la cárcel a Ignacio González, su mano derecha durante años. La expresidenta de la Comunidad cierra un círculo que está lleno de colaboradores corruptos, golpes de efecto ante los medios y enfrentamientos directos con el líder del partido, Mariano Rajoy, al que la noticia le llegó en Brasil mediante un SMS que le envió la ya exlideresa.

Aguirre dimitió ayer como concejal y portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid después de varios años en los que han acabado tras los barrotes dos de sus hombres fuertes: primero fue Francisco Granados -un consejero clave en sus gobiernos regionales que entró en prisión en octubre del 2014 por una trama de corrupción municipal (operación Púnica)- y ahora González, al que dejó como presidente cuando abandonó el sillón principal del Ejecutivo autonómico.

La política madrileña convocó a la prensa a las cinco de la tarde en la sede de los grupos municipales. Esta vez el factor sorpresa que tantas veces ha sabido utilizar no le acompañó. El titular se sabía de antemano. Aguirre no podía aguantar más. No tenía asideros para continuar, ni en Génova ni en el PP de Madrid. De las tres dimisiones que han jalonado su trayectoria solo una ha sido voluntaria, la primera, cuando dejó el sillón de la presidencia de la comunidad para tener, supuestamente, una vida más tranquila o, quizás, para coger una carrerilla para alcanzar a Rajoy que nunca llegó. La segunda (como presidenta del PP de Madrid) y esta última se han debido a la corrupción.

Aguirre entró en la sala llena de periodistas con los ojos húmedos y rodeada de su equipo de confianza. Muchos de ellos también trabajaron con González y se mostraron sorprendidos por las noticias que colocan al expresidente en lo más alto de una trama gestada en torno a la empresa pública Canal de Isabel II y con la que se desviaron al menos 23 millones de euros a paraísos fiscales. Algunos no pudieron evitar llorar mientras escuchaban la declaración (sin preguntas) de la jefa. Aguirre dijo que dimite por no haber «vigilado» y «descubierto antes» los tejemanejes que han puesto sobre la mesa la Guardia Civil y el juez, Eloy Velasco. Aseguró que se siente «engañada» y «traicionada» por González, al que conoció, relató, en los 80 y al que nombró subsecretario de Educación cuando fue ministra y al que tuvo de vicepresidente en la Comunidad (2003-2012).

LAS PRIMERAS EXPLICACIONES / La exdirigente explicó que ante las primeras informaciones sobre el presunto cobro de comisiones, a raíz del caso del ático en Marbella, pidió «explicaciones» a su delfín y las recibió «en privado» de manera «exhaustiva». «Y no vigilé más. Este auto y esta prisión no son una prueba definitiva contra él, pero sí demuestran que yo no vigilé todo lo que debía», declaró en un breve discurso de apenas tres minutos de duración.

El PP nacional emitió un comunicado en el que mostró su «respeto» por la decisión «personal» de Aguirre y reconoció su trayectoria política. «Ha sido una persona relevante para esta organización», señaló en la nota. El PP de Madrid, liderado por Cristina Cifuentes, también hizo lo propio y subrayó el argumento de que la exdirigente debería «haber vigilado con mayor eficacia los posibles casos de corrupción». La nueva lideresa madrileña se reunirá el jueves con el grupo municipal y después reunirá al comité ejecutivo del partido. En los próximos días deben decidir quién asume la portavocía en el consistorio.

LLAMADA DE RAJOY / Mientras tanto, Rajoy sigue los acontecimientos desde Brasil y Uruguay, donde se encuentra por un viaje oficial que tenía planeado desde hace meses. El presidente telefoneó a Aguirre después de anunciar su dimisión ante la prensa, según explicaron fuentes de Moncloa que no dieron detalles sobre la conversación.

La gestora del PSOE denunció el «silencio insoportable» de Rajoy ante «el escándalo» de González y le acusó de «huir de la realidad siempre que esta le es adversa» por no haber querido responder preguntas en la comparecencia que tuvo en Brasilia. El PP parece descolocado de nuevo ante la explosión del caso del Canal y la citación del propio presidente para testificar en el juicio de Gürtel, justo en un momento en el que el jefe del Ejecutivo veía cómo se estaba fraguando los apoyos a los Presupuestos y podía anunciar mejoras en la evolución de la economía.

La oposición al completo celebró la dimisión de la dirigente popular pero advirtió de que no es suficiente. «Esto no es el caso Aguirre, ni Púnica, ni Gürtel, ni Imelsa, ni Taula, es el caso PP», denunció Begoña Villacís, portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid.

Alberto Garzón (IU) destacó que «el problema» no son las personas «individuales» sino la «red mafiosa» que ha montado el PP en los años que ha estado gobernando.