Lucía Díaz es un ejemplo superación, víctima del 11-M a la edad de 42 años, estuvo 11 días en la UCI. Tras 20 operaciones quirúrgicas, ocho meses después pidió el alta voluntaria y actualmente coge el tren para ir a trabajar. Afirma que es "la forma más segura de viajar".

Durante el atentado, según le han contado los médicos, una barra le impactó en la cabeza dejándole el rostro desfigurado. Ha perdido un ojo y los cirujanos le han colocado placas de titanio para su posterior reconstrucción. Lucía, que fue identificada gracias a la alianza de boda, una década después, rebosa optimismo y ha recibido una medalla como víctima del terrorismo con la que bromea con sus compañeros de trabajo.