En el Centro Comercial La Rambla, en la localidad de Coslada (Madrid), poco antes de que comenzara el mitin exprés de los socialistas Elena Valenciano y Eduardo Madina, se ha producido esta mañana la siguiente escena:

"No hay que votar a ninguno. ¡A ninguno!", le ha dicho una señora con bolsas de la compra a un grupo que esperaba al acto de la candidata del PSOE a las europeas y el diputado vasco, favorito para presentarse a las primarias abiertas de su partido, que elegirán el próximo noviembre al candidato a la Moncloa.

"¡Anda ya!", le ha contestado uno de los simpatizantes socialistas.

"¡A ninguno!", ha insistido la señora.

"No hay cosa peor que un currito del PP", ha zanjado el votante del PSOE.

Valenciano, también vicesecretaria general socialista, quiere hacer en esta campaña actos pequeños y próximos, como los de este miércoles, porque dice que conviene "hablar directamente con la gente, estar puerta a puerta, calle a calle, barrio a barrio, boca a boca". Cuando el desprestigio de los políticos alcanza profundidades abisales a lomos de la crisis, la apuesta resulta valiente por lo arriesgado. Los mítines de este tipo programados por los socialistas no son en un recinto cerrado, sino en plena calle, y los dirigentes se exponen a ser insultados, increpados, abucheados.

El PSOE no ha elegido plazas cómodas. De haberlo hecho, Valenciano y Madina jamás habrían ido, tras el acto de Coslada, a un lugar como el pequeño mercadillo callejero situado al lado de la plaza de toros de Torrejón de Ardoz (Madrid). Se trata de una zona humilde y deprimida, con altas cotas de paro, donde la número dos socialista pretendía entregar propaganda electoral. En su lugar, ha terminado dando un rapidísimo paseo y escuchando palabras poco agradables. Es cierto que los mensajes de quienes regentaban los puestos ambulantes no iban en contra del PSOE, sino de los políticos en general, y que la cabeza de lista a las europeas del 25 de mayo también se ha encontrado con mujeres que la han besado, se han hecho una foto con ella y le han dicho que tenían "muchísimas ganas" de conocerla. Pero lo más habitual, pese a la brevedad de la visita, han sido frases de este tipo:

"¡Elena! ¡Elenaaaaaa! ¡Te invito a vivir un mes en mi casa y a trabajar aquí conmigo! ¡Ibas a saber lo que es bueno!"

"Los políticos sois como lobos. ¡Como lobos!"

"¡Si tuvierais vergüenza, no saldríais a la calle!"

Pero Valenciano sale a la calle. Junto a los mítines en recintos amplios, tiene previstas varias visitas de pequeño formato en varios puntos de España (en Barcelona serán el jueves de la próxima semana, junto a Carme Chacón, otra de las principales favoritas a las primarias) en los que insiste en que la única forma de parar el ciclo de recortes de la derecha pasa por derrotar al PP de Mariano Rajoy en los inminentes comicios.

"Nos lo están quitando todo poco a poco. Tenemos que decirles un 'no' como una casa. Con el voto, podéis decirles que hasta aquí hemos llegado. Si no le decís que no a Rajoy, habrá una vuelta de tuerca y recortará aún más la sanidad, la educación y cada vez habrá menos política social", ha dicho la cabeza de lista del PSOE en Coslada, donde se respiraba menos crispación que en el mercadillo al aire libre de Torrejón. Antes que ella, Madina se ha movido en un terreno similar. "Yo me identifico con la mirada de Elena, y no con Cañete [Miguel Arias, el candidato del PP], al que veo comer ensaimadas todo el día pero no tengo ni idea de qué pretende, más allá de pasar desapercibido, escondido tras las faldas de su partido", ha señalado.

Justo después del mitin, una mujer comentaba con su acompañante: "Valenciano me ha dado dos besos, y eso ha estado bien, pero yo le dicho: 'Lo que quiero es trabajo para mi Guillermo'". Guillermo, ha explicado, es su hijo. Lleva cuatro años en paro.